en dar testimonio de lo que has visto, si cito á ese hombre ante el magistrado del condado?
-Ninguno, señorrespondió José ;-y me alegraré de ello.
El señor Clairac salió en dirección adonde estaba la carreta, y nosotros continuamos nuestro camino para casa, á un trote corto.
-¿Qué te pasa, José? parece que vienes de mal humor- dijo Juan cuando el muchacho brincó de la silla.
-Sí que lo estoy, y diré á usted la causacontestó José; y todo excitado le contó á Juan cuanto había ocurrido. José era por lo general tan tranquilo y pacífico, que causaba admiración verlo de aquel modo.
-Muy bien hecho, José; obraste perfectamente, ya castiguen á aquel hombre, ó no. Otro cualquiera hubiera seguido de largo, diciendo que no era de su incumbencia mezclarse en asuntos ajenos, sin considerar que la crueldad y la opresión incumben á todo el que las presencia; hiciste muy bien.
José se tranquilizó, y se sentía ufano de la aprobación de Juan; me limpió las patas y me frotó todo el cuerpo con más firmeza que de costumbre.
Cuando íbamos á comer, vino á la caballeriza Azabache.-8 Vol. 377