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sino que soy bastante amable para dejar á usted que lo monte una vez, y yo probaré su encantadora Lista. No me negará usted que en cuanto á altura y apariencia, la yegua es más á propósito para una señora que mi querido favorito.

-Voy á permitirme rogar á usted que no la monte-dijo él ;-pues si bien, como usted ha dicho, es un animal encantador, es demasiado nerviosa para una señora. Aseguro á usted que no es completamente de confianza, y permítame, por lo tanto, que haga cambiar otra vez las monturas.

-Querido amigo-contestó la señorita Ana, riendo, no se intranquilice usted por mí. Soy jinete desde que era una niña, y he corrido liebres infinitas veces, por más que sé que usted no aprueba ese ejercicio en las señoras; pero es un hecho, y quiero hoy probar esta Lista, que ustedes los hombres celebran tanto; ayúdeme pues á montar, como buen amigo mío que es.

No se habló más; Valcárcel la puso cuidadosamente en la silla, reconoció el bocado y la cadenilla barbada, y le entregó las riendas, montando en mí después. Cuando íbamos á ponernos en movimiento, se acercó un lacayo con un papel en la mano, de parte de la señora Enriqueta. La señorita Ana lo leyó en voz alta. Les