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había encontrado con unos antiguos amigos. El mozo le hizo saber lo del clavo, y le preguntó si quería ver lo que era.

-No-contestó 1

L

Buitrago; eso no es nada, cuando lleguemos á casa lo veré.

Hablaba dando voces, y de una manera descompuesta, pareciéndome muy extraño en él, que tan cuidadoso era con respecto a la falta de clavos en nuestras herraduras, y hasta cuando se aflojaban, que no diera importancia á lo que dijo el mozo. No vino á las seis, ni á las siete, ni á las ocho, y cuando, cerca ya de las nueve, se presentó, se me acercó dando gritos y pronunciando palabrotas. Venía, al parecer, de muy mal talante, y ultrajó al mozo, aunque no pude saber por qué.

Cuando salíamos de la posada, el dueño estaba á la puerta, y le dijo:

-Vaya con cuidado, señor Buitrago.

El le contestó de muy mal modo, con un juramento.

Azabache.-10 Apenas nos hallábamos fuera del pueblo, cuando me puso al galope, y luego al escape, castigándome sin cesar con el látigo, aunque yo iba á toda carrera. La luna no había salido aún, y la noche era obscura. El camino estaba lleno de piedras, por haber sido recompuesto recienteVol. 377