,coger un resfriado, señor. Sentiría yo mucho que por mi causa sobreviniese algún mal al caballo, pero si usted lo manda, señor, lo haré.
-Yo no quiero que el caballo se enferme-replicó el amo; pero te repito que no me gusta el olor de esta cuadra.. ¿Estarán tal vez en mal estado los desagües?
- -Ya que usted habla de ello, señor, le diré que se me figura que de ahí proviene el mal olor ; es posible que no estén corrientes.
-Haz, pues, venir al albañil, y que los veadijo el amo.
-Está muy bien, señor.
El albañil vino, levantó una porción de ladrillos, y no halló nada fuera de orden; los volvió á colocar como estaban, cargó al amo dos duros por su trabajo, y el olor continuó tan malo como antes. Y no paró ahí el mal, sino que por efecto de estar yo constantemente sobre tan gran cantidad de paja húmeda, mis cascos se enfermaron y reblandecieron, y mi amo solía decir:
-Yo no sé lo que tiene este caballo, que pisa tan inseguro. Algunas veces hasta temo que se caiga.
-Sí, señor-contestaba Federico ;-yo también he notado lo mismo, cuando lo he sacado á hacer un poco de ejercicio.
La verdad era que rara vez me sacaba, y que