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de ese modo? Arruinaste el último caballo, y harás lo mismo con éste. Si no fueras mi hijo, te pondría ahora mismo en la calle. Merecías que un policía te hubiese detenido; y has de saber que, si algún día te llevan á la cárcel por esa causa, no seré yo quien dé fianza por ti, pues estoy ya cansado de decirte lo mismo todos los días. Tén, pues, cuidado, y mira lo que haces.

Durante este discurso, el muchacho había permanecido con la cara de muy mal talante, pero cuando aquél terminó, contestó que él no tenía la culpa, toda vez que había estado cumpliendo órdenes.

-Usted siempre me dice que vaya de prisa, que no me detenga, y en todas las casas adonde voy me hacen los pedidos encargándome esté de vuelta antes de un cuarto de hora, pues no parece sino que todos dejan para el último momento acordarse de lo que necesitan.

-Tienes razón en lo que dices-le contestó el padre;-á los parroquianos les importa poco la conveniencia del carnicero, y tienen la mala costumbre de no hacer los pedidos el día antes, como debieran hacerlo. Pero no hablemos más de eso; lleva el caballo á la cuadra, y si hay que servir hoy alguna cosa más, llévala tú mismo, en un canasto.

Todos los muchachos, sin embargo, no son