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Para nada absolutamente-contestó Oliveros con prontitud.

-Algunos suponen-dijo la jaca baya Justicia, con su calma de siempre, que las anteojeras sirven para evitar que los caballos se recelen ó se espanten en términos de poder causar algún accidente.

-Pues entonces, ¿cuál es la razón de que no se las pongan á los caballos de silla ?-pregunté.

-No hay razón alguna para ello-contestó él con la misma tranquilidad, como no sea la moda. Dicen que el caballo se asustaría de tal modo, si viera las ruedas del carro ó coche á que va enganchado, que con seguridad se desbocaría; argumento que queda destruido al considerar que ese mismo caballo ve las ruedas de todos los carruajes que pasan por su lado, algunos bien cerca de él, cuando las calles están excesivamente concurridas, y no se asusta ni se desboca. Nos acostumbramos á ello, comprendiendo lo que es, y si en la doma nos enseñasen á trabajar sin ellas, es seguro que para nada las necesitaríamos. Podríamos ver bien todo lo que nos rodea, y enterarnos de lo que es, asustándonos mucho menos que viendo sólo una pequeña parte de los objetos y no comprendiéndolos por lo tanto. No dudo que puede haber algunos caballos nerviosos, que hayan sido lastimados ó asus-