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men: que si lo cometi fué por efecto de las malas compa- ñías, y que en cuanto á lus verdades católicas nunca dudé de ellas, y menos en este trance fatal.
>Sirva, pues, mi confesión de satisfacción á mis queri- dos padres, á mis dulces parientes y buenos amigos, y sirva de escarmiento al mundo civilizado.
»El infeliz y desgraciado
»Juan Pablo Arriaga.
»En la capilla, á las 9.30 de la mañana del 16 de Sep- tiembre de 1828.»
Y aseguran que si el buque, portador de los delegados argentinos que traían las bases de la paz establecida con el imperio del Brasil, no llegó á Buenos Aires, en la ma- drugada de ese dia, fué porque el mismo gobernador Do- rrego dispuso enviar, á balizas exteriores, un mensaje con orden terminante de que el buque no entrara hasta el dia siguiente.
¡Sin embargo, las fiestas que por tan fausto aconteci- miento postergara el gobierno para ese día, no tuvieron el brillo y la alegría que se esperaba, pues muchos fueron los que se excusaron de asistir á ellas y al pueblo no le quedó ánimo para aquella transición tan violenta del pa- tibulo á la gloria!
¡Y añaden, los que esas cosas contaban, que las fami- lias, que en otros tiempos se hallaban relacionadas con aquellos ajusticiados y el prófugo, cerraron sus salones por quince dias, en señal de duelo!