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Página:Biblioteca de Autores Españoles (Vol. 01).djvu/21

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XIII
Vida de Cervantes.

dejaban al hombre este último asilo y consuelo inestimable en medio de las mayores miserias y mas duros trances de la vida.

Cupo nuestro CERVANTES en suerte al arraez Dali Mami, que le habia apresado, y que por el agradable aspecto de su cautivo, por el señorío de sus maneras, por su bravura en el combate, por el respeto que no obstante sus juveniles años le manifestaban sus compañeros de desgracia, y sobre todo, por las encarecidas cartas de recomendacion que le encontró de sus ilustres jefes, hubo de tenerle por persona principal de quien podria obtener un gran rescate. Experimentado en los medios de tan abominable granjeria, le trató con todo el rigor compatible con la conservacion de su misera existencia, teniéndole muy guardado y sujeto, y valiéndose de los padecimientos de un infeliz para la satisfaccion de su codicia; de suerte que las mismas prendas exteriores y morales con que habia dotado el cielo á CERVANTES, las muestras de aprecio que en una ocasion singular habia recibido, sirvieron solo para su mayor tormento.

Situacion era esta capaz de abatir al hombre mas esforzado; pero el alina de CERVANTES era inflexible: una idea única se apoderó de ella, desde el momento en que se vió privado de su libertad; la de recobrar este bien que no tiene precio. Esta es la parte mas interesante de toda la vida de CERVANTES: en ella se engrandeció su alma altanera, se aguzó su ingenio, y subieron de punto su heroismo y generosidad. Afortunadamente no escribimos una novela, aunque lo parece ningun suceso de cuantos le atañen se halla mas plenamentejustificado que esta serie de tentativas arriesgadas en que á cada paso comprometió su cabeza para alcanzar su libertad, y cuando no, para salvar la vida de sus cómplices y clientes en causa tan gloriosa[1].

A pesar de tanta vigilancia no tardó en presentársele oportunidad de fugarse de la casa de su amo; y buscando un moro que le sirviese de guia, le indujo á que le acompañase por tierra hasta Orán, plaza de la costa que ocupaban los españoles. Reuniéronsele para esta empresa varios cautivos de su predileccion, con quienes, á costa de aumentar su riesgo, quiso compartir el beneficio, siendo el alma y el caudillo de esta expedicion, como lo fué siempre de todas las demas tentativas que trazó y dispuso su fecundo ingenio, estimulado por el deseo de la libertad. Pero despues de haber andado alguna jornada el moro abandonó á los fugitivos, quienes tuvieron que volver á Arjel á recibir severos castigos de sus patrones. El de CERVANTES, que segun noticias no era de los ménos duros, redobló sus cadenas y estrechó mas y mas su triste encerramiento para asegurar la esperanza de un buen rescate.

Así que la familia de CERVANTES tuvo noticia de la desgracia, hizo los mayores esfuerzos con el fin de juntar los medios necesarios para el recobro de tan caras prendas: desde luego malvendió su corto patrimonio, empeñó las dotes de las hijas, recurrió á los amigos, y sujetándose á toda clase de privaciones quedó reducida á mayor estrechez. Este caudal de lágrimas llegó á Arjel mas de dos años despues del apresamiento; pero por su cortedad no pudo satisfacer las exigencias de Dali Mami, que no quiso soltar á su cautivo; y así fué aplicado al rescate de su hermano Rodrigo, quedando Miguel sin mas esperanzas de salvacion que las que el cielo quisiese depararle. El único recurso que tuvo en aquella amarga separacion, fué encargar á su hermano que al llegar á las costas de las Baleares ó de Valencia procurase expedirle una embarcacion, que atracando de noche en punto determinado, tomase á su bordo á los cautivos que se hallarian prevenidos para el caso. Cumplió Rodrigo fielmente este deber fraternal, y provisto de cartas é instrucciones de varios caballeros que entraban en el plan, habilitó inmediatamente una fragata armada al mando de un tal Viana, marino arrojado y práctico conocedor de aquellas costas. El punto de la recalada se designó junto á una casa de campo sita á tres millas al Este de Arjel, propia del alcaide Azan, renegado griego, y cultivada por un cautivo natural de Navarra, conocido bajo el nombre de Juan el Jardinero. Habia allí una cueva

  1. La informacion, de que hablaremos despues, comprueba todos estos hechos de un modo que no deja la menor duda.