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VIII
Bosquejo histótrico-crítico

mo. ¿Qué ha de ser, pues, una poesía donde no hay ni pasion, ni verdad, ni fantasía; donde no palpita la vida humana ni en sus manifestaciones abiertas y expansivas, ni en su movimiento íntimo y personal? Ha de convertirse necesariamente en evoluciones complicadas, de falso ingenio y de enredada forma, en juegos mecánicos semejantes á primores de taracea.

En una palabra, no es la poesía de las imágenes nobles y verdaderas, de los arranques del corazon, de los sentimientos briosos y levantados; es la poesía de los laberintos, de los acrósticos, de los ecos, de las paranomasias, de los retrógrados, y de otros ruines entretenimientos de literaturas estragadas (1). Las literaturas nacientes adolecen á veces de esta aficion á los juegos pueriles de la forma. Testimonio dan de ello las canciones de los trovadores provenzales y las filigranas métricas de Baena, de Villasandino y de otros poetas castellanos de los siglos XIV y XV (2). ¡¡ Triste semejanza tienen en la poesía española la infancia y la decrepitud!

La aficion al lenguaje metafórico, que en los tiempos prósperos del cultismo avasallaba á la Europa literaria, habia nacido acaso tambien, en gran parte, de los afectados refinamientos de la sociedad cortesana, animada por la galantería caballeresca, que el renacimiento habia creado con las formas exageradas, propias de una civilizacion nueva, que pugna por romper apresuradamente las cadenas de la barbarie. El culteranismo y el conceptismo, ántes de convertirse en escuelas literarias, estaban ya en su esencia en los libros de caballería, y Cervántes, al ridiculizar los delirios y el lenguaje enfático de aquellos libros singulares, ayudaba grandemente á la sana crítica literaria.

Pero aquellas hipérboles extravagantes, aquellas adulaciones novelescas, aquellas frases hinchadas y campanudas halagaban la imaginacion de la gente cortesana, así en la Inglaterra de Isabel como en la España de los monarcas austriacos. El estilo figurado era como blason de personas cultas ó encumbradas, y éstas, no contentas con metáforas manoseadas, como las de volcan, lumbres, ébano, para expresar el corazon, los ojos, los cabellos, se afanaban por dar tormento á las palabras y á las ideas, á trueque de pasar por elegantes y discretas. Llamar las cosas por su nombre, usar frases limpias y llanas, llegó á parecer vulgaridad. Los poetas, que nunca se sustraen completamente á las influencias políticas y sociales, se rindieron fácilmente á las seducciones de la moda aristocrática, y hasta los de más sano instinto pagaron tributo, á pesar suyo, á aquella dominacion bastarda. A la forma sencilla y pura de la verdad y de la belleza se sustituyeron, primero con el ejemplo, y despues con autoridad dogmática, voces peregrinas, circunloquios pomposos, intrincados conceptos. Góngora y Gracian creian reformar la literatura, engrandecer el campo de las ideas, ennoblecer el idioma patrio; el caballero Marini (3) miraba con lástima al severo y cuerdo Malherbe; y lo más extraño es, que todos se juzgaban innovadores, cuando en realidad no hacian más que retroceder á épocas más ó ménos remotas. Naciones habia, que blasonaban de ser inventoras del malhadado estilo culto. Portugal entre ellas. Manuel de Faria y Souza, el comentador del Camoens, atribuia esta triste gloria nada menos que al Rey don Sebastian (4). Los es(1) En la poesía griega y latina de las épocas de decadencia hay ejemplos increibles de esta extravagante manía. Símmias, de Ródas, escribe á la zampoña, y cifra todo su conato en que los versos escritoз representen la figura de este instrumento pastoril. Los poetas latinos escriben versos anacíclicos, esto es, versos cuyas letras dicen lo mismo leidas por la izquierda que por la derecha, como éste: Roma tibi subito motibus ibit amor.

Más adelante se hicieron versos tan ridículos como el siguiente: Lex, rex, sol, dux, fors, lux, mors, spes, pax, peira, Christus, cuyo extraño mérito consiste sólo en que con sus palabras pueden hacerse 3.628.800 combinaciones.

Podria formarse una lista interminable con ejemplos de extravagancias semejantes.—(Véase á César Cantú, Documentos de filosofía y literatura.—Poemas dificiles.) (2) Véase el Cancionero de Baena.

(3) De Marini decia el abate don Juan Andrés: «No podrá leer seguidamente L'Adone quien no tenga pervertidos el gusto y el corazon.»» (4) «El Rey don Sebastian fué el primero que escribió en el estilo que hoy llaman culto, como consta de algunas composiciones suyas en prosa dificil.n