paración del espacio y el tiempo, como en (50, 5), la trayectoria del punto cuyo elemento es d¿, será también curva. Esta es la interpretación general de la desviación del rayo en la caja-laboratorio de que hablaba poco más arriba, o de la trayectoria parabólica que describiría a juicio de sus habitantes una masa puntual que penetrase en ella con velocidad uniforme.
Precisamente los argumentos de orden dinámico en que se apoya la doctrina de la atracción universal se reducen a la curvatura de la trayectoria de los cuerpos lanzados al espacio y libres de toda acción de origen conocido. Como la Mecánica clásica postula que esta curvatura denuncia un campo de fuerzas, es necesario buscar el agente que lo engendra entre las circunstancias que acompañan al fenómeno, camino por el cual fué conducido Newton a la hipótesis de la atracción mutua de los cuerpos. Pero estas fuerzas son de una clase suí generís, puesto que la masa de inercia es el único factor que regula su acción en cada caso, sea un cuerpo material o una onda electromagnética. Los demás campos de fuerzas que conocemos se conducen de modo totalmente distinto, pues los cuerpos que sufren la acción intervienen en su magnitud mediante un factor característico, como señalé en el 8 48.
53. La interpretación que Einstein ha dado a esta oposición entre el campo de fuerzas gravitatorio y
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