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Página:Calzadilla Beldades de mi tiempo.djvu/63

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SANTIAGO CALZADILLA

tando sin bandera, mientras no la reconquiste o tome otra cualquiera en algún campo de batalla; pero va largo el asunto hasta ahora; pues ni en Crimea, ni en Inkerman, ni en Balaclava la pudo reponer... ¡qué quieren ustedes! son percancees y peripecias de la guerra.

Muchos creen, y no van errados a fe, que la vandálica operación de apoderarse de las Malvinas, atropellando todos los principios del Derecho de Gentes, es una venganza, aunque innoble, de aquella afrentosa derrota del año 6.

Otros piensan que los ingleses esperan recuperar sus banderas, en canje por las Malvinas. Lo que fuere sonará. Es eso lo único de que no deben dudar mis amables lectoras.

Volviendo a lo de Buenos Aires, fueron vencidos en toda regla los señores ingleses, que por una capitulación se retiraron a Montevideo a esperar nuevos refuerzos que recibieron el año 7, con el general Whitelocke en número de 12.000 hombres para reconquistarnos.

Parte de estas tropas desembarcaron por San Borombón, y, dejando en el lugar que es hoy la Villa de Quilmes, al coronel Mack-Mahon, irlandés; con 1.500 hombres, vinieron a situarse en los Corrales del Miserere, derrotando allí 1.000 hombres de la plaza al mando de don Santiago Liniers que, deshecho, se retiró a la campaña. Que si siguen la victoria se posesionan de la Plaza, y yo sería actualmente Mister Calzadilla, y quizá sería Banquero y montaría en caballos rabones.

Pero el general inglés hizo la tontería de descansar, festejando la victoria, y cuando lo hizo, los tercios españoles hicieron prodigios de valor, y vencieron, debido este triunfo a la tenacidad del alcalde de Primer Voto don Martín de Alzaga, que organizó la resistencia durante esa noche célebre,