Página:Carnelli Quiero trabajo.djvu/41

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

— 39 —

cera piedad, ponía en los ojos de alguna un brillo magnífico y humano. Pero recuerdo también otros ojos, transfigurados en la gracia, pogándose eternamente fríos, secos y marchitos sobre los nuestros.

Ahora comprendo exactamente, que mi aguda sensibilidad infantil, y hasta la exi- giiidad de mi constitución física exigían más afectiva atención hacia mí que hacia mis condiscípulas, más gazmoñas pero menos sensibles. Sin embargo, no supieron juzgatr- lo así, y a la travesura culpáronla de picar- día, a la veracidad de desenfado y a la falta de fé de perversidad, fallas todas tan gra- ves a su criterio, que solo por consideración a mi madre, siempre llorosa y quejosa de mi, no causaron mi alejamiento del colegio, don- de solo era ejemplo de rebeldía y de escán- dalo.

La palabra pecado, vacía y sin sentido pa- ra mí, volvía a agujerear, con persistencia tenaz mis oídos adolescentes. Todo era pe- cado, desde la palabra maliciosa hasta la in- tención más limpia. Todo era ofensa al Dios, profanación y mea culpa.

Tenía once años cuando entré al colegio de hermanas, v no había tomado aún mi pri- mera comunión, gran sacrilegio para las