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Lindo rótulo para venderlo al centímetro, pero mejor leamos: Agrupación de fósiles, hí- bridos, con chifladuras aristocráticas.
Vamos a ver que es esto de la caridad eris- tiana entendida y practicada por mujeres vie- jas y secas, exprimidas ya como limones sin jugo.
Me visita una. Es una dama muy peri- puesta, muy campanuda. Cada vez que me isablea no lo hace en su nombre ni en el de la corporación a la que pertenece, utiliza el nombre de Cristo.
Aprovecho su mismo subterfugio para no ofenderla a ella, directamente. Doy la limos- Na y agrego:
—Señora, Cristo le ha hecho y continúa ha- ciéndole mucho daño al pobre. Invoque su nombre para pedir, pero cuando dé, no lo ha- ga nunca.
La vieja se santigua.
—;¡Santo Dios, qué blasfemia!
—Pues nada de blasfemias, lo ha privado de bienes terrenales, a cambio de una prome- sa demasiado oscura.
El pobre que pase hambre, humillación, que sufra privaciones, que se someta, que viva de residuos, mientras pasa a su lado el rico, fre- gándole bajo las narices su concupiscencia.
Cometa 2