Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/101

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
87
NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

acciones que con él hiciéremos; y pues cada dia andamos en la guerra y a semejantes riesgos nos ponemos, a continjencia de que lo propio nos suceda mañana, por lo ménos, tendrá en la memoria como hombre principal y noble el bien que entre nosotros hubiere recebido. Gran consuelo recibió Maulican con haber oido al cacique Antegüeno las referidas razones, y mucho mayor le tuve yo, pues con semblante alegre y con los ojos le estaba agradeciendo su buen celo, brindándolc a su salud con sumo gusto. Sacáronnos de comer unos platos de carne gorda y una gallina con su pepitoria de ají y otros compuestos, entreverados con papas y porotos, maices y otros guisados, que son las legumbres que mas acostumbran. Amainó en este tiempo tanto cuanto el agua, y despues de haber comido y bebido lo bastante, y oreado al fuego nuestras mantas, nos despedimos del cacique Antegüeno con grandes agradecimientos, y salimos de allí con mas gusto que de la casa de Inailican su hermano. El camino cojimos a buen paso por una veredilla que atravesaba el camino real de la Imperial, y derecha nos llevaba a su tierra Repocura. Y por priesa que nos dimos, llegamos a las orillas del rio de este valle al tender sus cortinas las tinieblas. Venia de monte a monte (como dicen), y de la otra parte estaban los ranchos de su padre y de su familia, como dos cuadras abajo del balseadero, adonde tenian una canoa a modo de barquillo, por adonde se manijaban los pasajeros. Dimos voces a los que asistian en las chozas de la otra banda, a tiempo que volvia el viento norte a combatirnos con espesas lluvias. Y a nuestro llamado vino un indio a saber quiénes éramos, y habiendo reconocido quienes, y que era Maulican con su español cautivo, fué con toda priesa a dar aviso a su casa, que estaba, como he dicho, mas abajo del balseadero dos o tres cuadras, habiendo enviado ante todas cosas otros dos muchachones a que nos pasasen y recibiesen los caballos, que echamos a nado de la otra banda del rio. Entramos en la canoa con. nuestros fustes y frenos, y dándonos muchos marimaris, que son como entre nosotros salutaciones y bienvenidas, pasamos de la otra banda con sumo gusto, al dejarnos la luz del claro dia y interponer la noche su espeso y confuso manto, acompañado con lluvias y viento apresurado que las gobernaba. Subimos a caballo a toda priesa y en breve rato nos pusimos en la casa de mi amo, adonde le aguardaban muchos dias había anhelosos su padre (llamado Llangareu, toque principal de aquella tierra), sus hijos y mujeres con otros amigos comarcanos, y muchos jéneros de chicha, carne y otras legumbres que para el efecto habian solicitado y adquirido de otras partes, porque ellos, como soldados fronterizos, eran pobres y apenas tenian una poca de cebada que comer y de que hacer chicha. Entramos adentro de la casa, habiendo entregado los caballos y frenos con sus fustes a unos muchachos para que cuidasen de ellos, y con grande alegría y regocijo nos salieron al encuentro los referidos y nos entraron adentro, dándonos muchos abrazos y marimaris; llevá-