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HISTORIADORES DE CHILE.

ciudadanos y domésticos. Pues, ¿qué paz pueden dar estos indios bárbaros si experimentan cada dia y han experimentado las traiciones y engañosos tratos que tengo referidos? Los príncipes avaros y cudiciosos ministros no buscan la paz ni la quietud del reino, porque son allegados y ejecutores del príncipe de las discordias, quien los gobierna y rije por apoderarse de ellos, tomando por instrumento la esclavitud de esta desdichada nacion. Pues, ¿cómo no ha de ser esta guerra perpétua y inacabable? y cómo no se ha de acabar y consumir Chile? si le faltan ministros de Cristo, Señor nuestro, y legales ejecutores de las órdenes y mandatos de su Real Majestad, que con cristianos medios soliciten la paz y quietud que se desea; porque, aunque es conveniente y necesaria adondequiera, lo es mucho mas entre aquellos que ponen su cuidado y dilijencia en la conversion de estos indios bárbaros y de cualesquiera infieles y jentiles, como lo dijo con elegancia el ilustrísimo Villarroel. Y proseguirémos con nuestra historia, ponderando un rato la resolucion de Maulican mi amo en haber despreciado tan cuantiosas pagas como las que le enviaban los caciques de la cordillera en cambio y trueque de mi persona. De maravillar es por cierto que las desechase, siendo con extremo estos naturales llevados del interes, que pudiéramos decir de este lo que el ilustrísimo Villarroel de los reyes Cananeos dijo: que se tiene por milagro y por cosa maravillosa que despreciasen los dones y riquezas, siendo cudiciosos con extremo. Así lo hizo Maulican, dando de mano a las pagas cuantiosas que se le enviaban, que entre ellos fué un portento grande.

CAPITULO II.

En que se refieren las causas y fundamentos que tuvo, segun mi entender, el cacique Maulican para el desprecio que hizo de las pagas y dones que le enviaron, y del trato oculto que hicieron los caciques de la cordillera con otro Lemullanca, émulo de mi amo. A una de razones o causas me parece podrémos encaminar su dictámen, segun el mio lo presumió: lo primero, que como cacique y principal de su parcialidad, quiso hacer demostracion de su magnánimo pecho y de su jeneroso corazon, no haciendo estimacion, aunque pobre, de lo que entre ellos se reputaba por rico, por grande y ostentoso, dando a entender que el príncipe o gran señor no ha de tener puesta la mira en las riquezas e intereses de esta vida, ántes debe vincular el dar que el recebir, como lo advirtió el ilustrísimo Villarroel; y por venir al intento, no excusaré referir un agudo pensar suyo, tan propio de su gran injenio como digno de memoria. ¿Qué fué la causa (dice) de que, efectuado el milagro de haber dado de comer Cristo, Señor nuestro, abundantemente con cinco panes a un innumerable concurso, le quisiesen levantar por rei, como lo refiere San Juan, y habiéndole visto obrar otros portentos y milagros, no lo intentaron, aunque le vieron resucitar muertos? ¿Sabeis por qué? responde nuestro gran arzobispo Villarroel: