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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

es este baile). Envió a convidar para esta fiesta a Maulican mi amo y juntamente al hijo de Alvaro su cautivo, rogándole me llevase a aquel festejo para el dia señalado, que el plazo fué de cuatro dias. En estos se fué disponiendo nuestro viaje, alistando las armas y limpiando los aceros, lavando capotillos y calzones y demas adherentes necesarios. Y estando una mañana despues de haber almorzado al abrigo y reparo del rancho, gozando del sol y de sus apacibles rayos (que en aquel tiempo lo eran), me dijo Maulican con grande agrado: ¿no lavarémos tus calzones, capitan? porque has de ir conmigo al festejo de Ancanamon, que nos ha enviado a convidar a él y es forzoso que vamos a su llamado, y habemos de salir y caminar de aquí a dos dias. Respondíle que me habia alegrado infinito que se hubiese ofrecido aquella ocasion, por rogarle se los pusiese y acomodase para sí, que me hallaba mui mal con ellos y con el hato que traia encima, que estaba ya tan vieja y sucia la camisa, que ántes me servia de mayor tormento a causa de la comezon que me aflijia con tantos animalejos como habia criado, y que estimaria que me diese gusto en lo que le pedia, dándome otros calzones de manta y un par de camisetas que mudarme; demas que pareceria mui bien con mi vestido, armas y aderezo de espada plateado, que en aquella ocasion estábamos limpiando. Ea pues! capitan, me respondió mi amo, pues que tú gustas de eso y me lo pides, yo lo estimo y agradezco encarecidamente; lavarémos los calzones y te harémos otros de un pedazo de paño que he de tener guardado, que voi por él para hacerlos luego. Bien echaba yo de ver que miraba los calzones con buenos ojos y con alguna cudicia, y como me trataba con respeto, no se atrevia a significarme su gusto; y ántes que se resolviese a quitármelos, como dueño que era de todo, quise por buen camino ofrecerle lo que era suyo, sin dar lugar a que la cudicia le obligase a dar principio a estragar la cortesía y el respecto con que me trataba, porque en abriendo la puerta a la primer desmesura, es mui cierta la segunda y las demas. Volvió Maulican dentro de breve rato con el paño, o por mejor decir calzones ya cortados a su usanza, porque acordaba que estuviesen en aquel estado; trajo otros tambien de manta nuevos y me dijo que con aquellos podia mudarme, y los de paño hizo que los acabasen luego, y mandó echarles un pasamano de los que usan de lana a modo de galon. Quitéme mis calzones y mudé de traje, y aunque el corazon se me puso entre dos piedras, disimulé lo que pude el pesar que me causó el desnudarme del coleto, jubon y mangas, que como eran cabos del vestido de raso pardo atrencillados de plata, le dije que habia de parecer con aquello mui galan en la junta y fiesta de Ancanamon, con las armas y aderezo plateado, y que me alegraria mucho verle a los ojos de tamaño concurso vistoso, lucido y bien mirado. Agradeció en extremo mis razones; pareciéndole que me hacia algun placer y cortesía, me dijo con amor y con agrado: capitan, las mangas y calzones llevaré solamente pues tú gustas, que el jubon y el coleto podrás traer puesto para que te abrigue. Lo que tú