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HISTORIADORES DE CHILE.

dispusieres y mandares haré con sumo gusto, respondí a mi amo, aunque no me sirve mas que de molestarme, como te he dicho, por estar sucios y maltratados. Llamó en esta ocasion a una hija suya, a quien mandó fuese a lavarle luego y le secase, para que me lo pusiese: la china hizo lo que le mandó su padre, y yo me puse los calzones de manta y una camiseta a raiz de las carnes, y finjí estar mui contento con aquellas vestiduras; y como el sol reverberase luciente, dije a Maulican, que queria ir al rio a refrescarme, por dar a solas algun alivio a mis cuidados, que fueron grandes las aflicciones que se me acrecentaron con la mudanza del traje.—Id, pues, capitan, en hora buena 7 decid a mi hija que os lave con brevedad el jubon y os lo seque, que yo quiero acabar de limpiar las armas y la espada. Salí de su presencia ya mudado en indio, deseoso de dar a las suspensas lágrimas rienda suelta, que con simulacion prudente estaban detenidas en el alma; y ántes de encaminar mis pasos para el rio, me fuí a la montaña umbrosa que de nuestro rancho estaba cerca, de adonde continuábamos ir por leña y a otros ejercicios naturales. Entréme a lo oculto y mas escondido de aquel bosque, bañadas ya mis mejillas de copiosas lágrimas, y habiendo reconocido el sitio por una y otra parte despejado y solo, despedí de lo íntimo del alma unos suspiros y ayes con lastimosas voces, que enternecidos los montes con mi llanto, le imitaban tiernos y respondian lastimados. Puse en tierra las rodillas y en el cielo los ojos y el espíritu, dando infinitas gracias al Señor de todo lo criado, por los favores y mercedes que me hacia, alumbrándome el entendimiento con trabajos y aflicciones para que supiese estimarlos y recibirlos con gusto de su bendita mano. Consoléme grandemente con haber orado y clamado ante mi Dios y Señor con afectuoso espíritu, y con haber contemplado su grandeza, su bondad y su inmensa misericordia, pues al que le ofende desenfrenado, con lo que le parece castigo riguroso le favorece benigno, porque es suma piedad la que nos muestra en apartarnos de nuestros deleites y torpes apetitos: reparólo agudamente un autor grave sobre haber echado el supremo juez a Adan nuestro primer padre del paraiso para que pudiese hacer penitencia, porque dice que no se avienen bien ni pueden estar en un lugar el llanto y el apetito, ni conformarse la penitencia con el deleite, ni la relijion con el regalo y placer. Sacó Dios a Adan del paraiso, lugar de deleite y gusto, para que fuera de él pudiera hacer penitencia de su pecado, porque en deleitable habitacion tiene poco lugar el buen discurso y es dudoso el arrepentimiento, y lo que se juzga castigo en Adan, es providente favor de la mano divina. Despedí con el llanto mi congoja y con la contemplacion verdadera mi tristeza, porque, como dice el doctor anjélico, que todo lo que es nocivo y dañoso al ánimo, si dentro del pecho está oprimido, causa mayor afliccion y congoja; así, al contrario, de cualquiera suerte que se expela y salga afuera, se mitiga la tristeza y el dolor se minora. Lo otro dice, que la operacion conveniente al hombre segun la disposicion