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HISTORIADORES DE CHILE.

este pretexto quieran paliarle, no pueden tener salida honesta del empeño en que se ponen desatentos, porque la razon de estado (como dijo Botero) derechamente ha de ser encaminada al conocimiento de lo bueno y de lo justo. Demas de que el principal intento a que se encamina este permiso disimulado, no se logra, ni cumplimiento tiene lo que se pretende, pues de la misma suerte que los caballos son traidos por los unos, son vueltos a llevar por otros, hurtados de la una y otra parte, y en breve tiempo se queda el ejército como de ántes, y la dificultad en pié por falta de remedio. Algunos dudarán y no preguntarán mal diciendo, que adonde ha habido tantos gobernadores de tan lucidas y aventajadas prendas, ¿si ha faltado quién con justificado celo haya procurado el bien comun de este reino, que lo es el que cada uno conozca lo que es suyo, se le asegure su hacienda y viva en paz, en quietud y sosiego con el fruto de su trabajo? A que responderé con lo que he experimentado desde que tengo discurso y natural razon: y digo así, que es verdad que he llegado a conocer muchos superiores, presidentes gobernadores, ajustados a la obligacion de sus oficios, celosos de la justicia y con aventajadas muestras de cristiandad, sobre cuyo fundamento no puede haber accion mal encaminada, que con resolucion piadosa remediaron en sus tiempos este contajioso achaque; que me acuerdo haber gozado de tiempo en que sin recelo alguno se echaban las bestias a la campaña y amanecian en ella sin que persona alguna se atreviese a cojer ni a llevarse lo que no era suyo: entre los cuales fué uno el gobernador presidente Don Martin de Moxica, digno ministro del Rei nuestro señor, y de hacer muchas memorias de sus grandes prendas y de su justificada rectitud en hacer guardar y cumplir sus órdenes y mandatos, de que se orijinó un justo temor a la justicia, que mediante ella y sus disposiciones, se hallaba el reino en paz tranquila hasta los distritos de Valdivia, pues se comunicaban por tierra los que asistian en ellos con los que en nuestro ejército militaban. Pero tales gobernadores, por nuestros pecados, duraron poco, y nos los quita Dios por castigarnos, dándonos otros perversos y depravados, a quienes permite que en pena de nuestros delitos se desmanden y en todo yerren; que bien lo notó San Gregorio. Permitió Dios (dice) que pecase David santo y justo, llevado de alguna vanagloria, para que la plebe llevase la pena de su pecado, porque segun los méritos del comun concurso se disponen las acciones de los que gobiernan; y si por castigar tal vez al pueblo y al comun, permite Dios que peque el superior cristiano justo y bueno, evidente consecuencia podrémos sacar de que adonde permite gobernadores y presidentes inicuos (como otros que habemos visto y experimentado), que no aciertan jamas a encaminar sus acciones a lo decente y honesto (llevados de su cudicia, de su aficion o pasion, de su deleite y precipitado natural), ha sido y es ajustada permisión del cielo a nuestros delitos encaminada, para que demas de las miserias, trabajos y penalidades que habemos sufrido y tolerado con alzamientos y albo-