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HISTORIADORES DE CHILE.

seguido este mal estilo de gobierno, pues lo habemos experimentado en várias ocasiones y reconocido en otros apropiado, como en el Perú; y lo que hace mas en nuestro daño, es que como nos hallamos de la presencia de nuestro gran monarca tan distantes y apartados, nos dan a entender algunos, que su real Majestad los envía a estos remotos gobiernos a tiranizarlos, a destruirlos y a aniquilarnos; pues ha habido gobernadores que desatentos han dicho públicamente, que pues el Rei nuestro señor vende los oficios, que no hai que maravillarse lo hagan tambien sus ministros; y si esto es así (que no lo presumo), no hai que aguardar convalescencia al contajioso achaque de nuestra monarquía, y de que aqueste desdichado reino haya dado tan gran caida y postrádose a los piés de sus domésticos enemigos, cuando tan sin velo ni rebozo se ha trocado el premio de los dignos por el precio de los que no lo son, como lo notó Solon. Ningun daño mayor (dijo) le puede venir a una república feliz, que lo que habia de ser premio de sus hijos, se comunique por precio a los extraños. De que se orijina haber pocos o ningunos en estos tiempos que en los ejércitos y fronteras de guerra quieran arresgar las vidas por servir a S. M., ni que se den a la virtud, porque conocen y echan de ver que los que se aplican a estos ejercicios, no son remunerados: con que las repúblicas lo padecen, las armas se acobardan, las leyes se derogan, la sabiduría se envilece, y los servicios se malogran, porque los ignorantes con dinero y los que se ejercitan solo en adquirirlos y buscarlos, hacen burlas y escarnio de los que con su desvelo y trabajo merecen las dignidades y oficios preeminentes, pues son ellos los que con gran facilidad los alcanzan y poseen sin riesgos ni peligros de las vidas, como lo dijo elegantemente Pedro Gregorio. De esto resulta que los beneméritos que sirven con amor y buena voluntad al Rei nuestro señor, a su patria y a sus repúblicas, esten arrinconados y abatidos, porque de ordinario son pobres, por haberse ejercitado limpiamente en los ejercicios militares y de la virtud, y no tienen con que comprar los oficios provechosos ni las dignidades; y siempre son preferidos los ignorantes y mercaderes, que solo atienden a solicitar y adquirir dineros para con ellos llevarse lo que con su trabajo y su desvelo no pudo el honrado benemérito, así en la paz como en la guerra, pues vemos las repúblicas y cabildos entreverados [de] tratantes y mercaderes, y tal vez de algunos que ántes ocuparon otros oficios no de tanto porte, y de las varas de medir pasan a ejercer las de justicia; y por la mayor parte son disimulados pulperos, con que en lugar de ajustar las medidas a lo que se debe y es razon, las adulteran de tal suerte, que aunque el vulgo clame, el comun lo sienta y los pobres lo padezcan, anda todo sin medida, sin cuenta ni sin razon. Porque como las varas de medir, algunas estan acostumbradas a desnudar al pobre y al rico enflaquecerlo, con facilidad se truecan las unas por las otras, y no hai quien ponga tasa ni medida en favor de la república, ni de los mas necesitados. Y para prueba de lo dicho, no dejaré de referir lo que con evidencia me consta sucedió en una de las repúblicas de este reino, que habiendo