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HISTORIADORES DE CHILE.

cuyo lugar, en su libro séptimo Ambrosio Ansber lo declaró así. Y faltándoles a estos bárbaros la hermanable union, destruyen las demas propiedades excelentes que les acompañan, como son principalmente las de el esfuerzo y valor, que aunque algunos juzgan y presumen no ser tanta su valentía, son los que han llegado a tiempo que no han podido experimentarla, ni participar de los violentos golpes de sus lanzas, por haberlos hallado quebrantados, sin armas ni soldados de experiencias; retirados adentro muchas leguas de nuestros ejércitos y poblaciones, que los que habemos continuado el perseguirlos y apretarlos (aunque a costa de nuestra sangre), los habemos puesto en estado miserable y trabajoso, para que los que vienen de refresco y a la continuacion de esta conquista, juzguen de ellos lo que no han visto ni pensado, y no lo atribuyan a nuestro trabajo y desvelo, ni a la poca conformidad y a la emulacion envidiosa que unos entre otros tienen: de que se ha orijinado várias veces el dar la paz los unos para poner mal a los otros con los nuestros y maloquearlos sobre seguro entre paz y guerra, cautivando y privando de la vida a muchos, por las emulaciones y envidias que entre los unos y los otros se acostumbran. Porque negar que es jente belicosa y de valor natural, no podemos dejar de confesarlo los que habemos experimentado sus arrestos y resoluciones en diversas ocasiones de batallas campales que se han ofrecido con nosotros, que podré asegurar de verdad, que en algunos reencuentros repentinos que nos han cojido sin prevencion alguna, nos han puesto en conocidos riesgos y en apretados lances, siendo así que somos superiores a sus armas; que yo le doi al mas atrevido y esforzado ponerse como ellos con una lanza o pica al embestir con un escuadron de arcabuceros y mosqueteros, que aunque dicen algunos que es barbaridad notable, no me podrán negar que es acompañada con osado denuedo y valor conocido, que naturalmente le tienen algunos, si no todos, que no pueden ser iguales ni comunes las acciones valerosas de los hombres. Y para prueba de lo dicho, se me vino a la memoria un sazonado caso, que puede servir de entretenimiento y verificarse con él el natural valor y esfuerzo de estos jentiles. En una ocasion de campeada, habiendo entrado el ejército a hacer daño al enemigo en sus casas, ganados y sementeras (que es la mas considerable faccion para sujetarlos), se dejó una emboscada cautelosa volviendo de retirada al campo, porque tenian de costumbre el venirse tras de nuestras pisadas algunos curiosos muchachones a ver si se nos quedaba alguna cosa en el alojamiento en que habíamos estado, que aunque fuese de poca importancia para nosotros, para ellos era de grande gusto lo que hallaban y de gran gloria al nombre que querian adquirir, porque volvian a sus casas y habitaciones a significar que habian quitado a los españoles aquellos despojos. Entraron de estos curiosos rastreadores por nuestro emboscadero seis muchachones de buen porte, y entre ellos un chicuelo de doce a trece años, mui arriscadillo, deseoso de llevar algo de los nuestros. Salió nuestra cuadrilla y dió tras ellos, y como todos no pudieron llegar a un tiempo, con los primeros que llega-