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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

que particularizaron con una ternera mas a Maulican mi amo, por haber sido a quien envió a convidar con su español para su festejo; para el comun y chusma que llevamos, pusieron de antemano veinte menques de chicha, de mas de arroba cada uno, que ya queda en otra parte significado de la manera que son. Dispusieron las mujeres hacer fuego, y los muchachones el desollar la carne para que comiesen, despues de haber los caciques degollado cada uno el que le dieron, conforme lo acostumbrado entre ellos; solo la oveja de la tierra quedó en pié, que la reservó el viejo Llancareu (a quien fué presentada) para llevarla a su tierra, porque son entre ellos de grande estimacion, y los que las tienen son hombres de cuenta y poderosos. Demas de este convite que, el gobernador Ancanamon nos hizo luego que llegamos, otros caciques de su parcialidad y compañeros le fueron imitando en los presentes, aunque no con la abundancia y ostentacion que manifestó el gobernador, con que hubo suficientemente que comer, que beber, y que llevar en pié algun ganado a nuestra habitacion; porque demas de estos regalos por mayor, se allegaron otros moderados de unos que nos llevaban el carnero, la ternera y el cordero, cántaros de chicha, platos de carne guisada, mariscos y otras viandas de pescados diferentes: con que en este recibimiento pasamos aquel dia entretenidos, y se dió principio a la borrachera al ausentarse el sol de nuestra vista. Juntáronse todos los caciques que se hallaron presentes de diferentes regües y parcialidades, con Ancanamon y los de la suya, que arrimándose al palenque, adonde bailando y cantando estaban los mocetones con la plebe y con el comun concurso, callaron los cantores y suspendieron los danzantes el ruido, y en silencio quedó la muchedumbre. Tomó Ancanamon la mano, como dueño del convite, y estuvo grande rato razonando, a modo de un sermon entre nosotros, que atentos le miraban los oyentes; porque de verdad el indio era arrogante, discreto y desenfadado. Acabada su oracion y discurso, entonaron los músicos sus romances, dando principio con uno en alabanza de el gobernador, que ayudaron los caciques a cantar y a dar dos vueltas en el baile con las mozas y galanes; y dejando entablada ya la fiesta, se retiraron los caciques principales a sus ramadas y ranchos, porque la noche helada y fria a solicitar abrigos y reparos obligaba: quedáronse en el sitio la plebe y el comun, con gran ruido de voces, tamboriles, flautas y otros instrumentos, comiendo, bebiendo, cantando y bailando sin cesar toda la noche.