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HISTORIADORES DE CHILE.

a volverse conmigo a su habitacion y morada. Y habiendo traido los caballos para el efecto (por haber pasado ya la borrasca y temporal grande que el dia antecedente nos cojió en la fiesta), fuimos a despedirnos del gobernador y toque principal Ancanamon, que en su casa estaba bebiendo con una tropa de caciques, adonde nos hizo asentar y poner por delante tres o cuatro cántaros de chicha, y nos dió de almorzar con mucho gusto y abundantemente; y por priesa que quisieron darse, eran mas de las dos de la tarde cuando se vinieron a despedir los unos de los otros, y aunque hizo algunos aprietos el cacique por que me dejase con él, no lo pudo alcanzar de mi amo por haberle antepuesto algunos inconvenientes. Despidiéronse amigablemente, y yo llegué inmediatamente a abrazarle, y él lo hizo con notable amor y pesar de que no me quedase en su compañía, advirtiéndome de que, si no me rescataba tan presto como se presumia, que me habia de volver a su casa aunque fuese contra el gusto de mi amo; y quitándose una camiseta de las mejores que tenia puestas, me la echó encima para que me sirviese de abrigo y me acordase de él. Y a mi amo le encargó mucho mi persona, significándole la estimacion que haria de que me defendiese de todos mis contrarios y de aquellos que solicitaban perturbar mi rescate y el de sus caciques presos entre nosotros; que si para el efecto y para la seguridad de mi vida fuese necesario oponerse con su autoridad y ayuda, que le avisase luego, supuesto que por su camino y parcialidad se habia dado principio a los tratos y rescates de sus compañeros, que tambien le tocaba a él defenderme y asegurarme. Agradecieron mis amos con extremo la oferta y resolucion de Ancanamon, y se consolaron mucho con llevarle de su parte y empeñado en mi defensa. Yo le volví a abrazar, agradeciéndole de nuevo las finezas que conmigo habia hecho, y salí de su presencia tan tierno y lastimado por dejarle, como agradecido por debérselo. Salimos aquella tarde de las tierras del cacique nuestro bienhechor y amigo, y volvimos a hacer noche al valle y estero adonde el dia antecedente de la borrachera llegamos a hacer tiempo los de nuestra parcialidad Repocura, y allí nos volvimos a juntar para retirarnos; llevamos por delante dos ovejas de la tierra, dos vacas mansas, tres terneras y veinte ovejas de Castilla, y mucha carne cocida y cruda, que, como pobres, los de aquel nuestro distrito recojian en tales ocasiones lo que habian de comer en sus posadas. Alojamos en aquel valle y estero con sumo gusto en diferentes chozas y ranchuelos, que para el propósito hicimos con cuidado, porque nos amenazaba el tiempo con muestras de querer volver a continuar sus lluvias principiadas; hiciéronse fogones mui copiosos con varios asadores de carne a la redonda, de que cenamos en buena compañía, y nos brindamos con algunos licores que las mujeres habian traido en sus calabazos, y despues nos acomodamos el viejo Llancareu, sus dos nietos mis amigos y yo en una choza, y los demas fueron haciendo lo propio en las que tenian dispuestas, con sus hijos y familias. Al acostarnos en nuestro lecho, los muchachos mis camaradas