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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

me notaron el descuido que habia tenido aquellos dias en enseñarlos a rezar; a lo que les respondí, que yo no sabia si tendrian gusto de rezar o no, o se enfadarian si contínuamente les tratase de ello; y que miéntras ellos no lo pedian, ¿cómo habia de entender que gustaban de que los enseñase? Respondiéronme con alegría diciéndome: pues callad la boca, capitan, y veréis como os apuramos cada dia, porque no nos digais otra vez eso. Mucho gusto recibiré (les dije) siempre que me soliciteis para ese efecto: decid ahora, pues, la licion, y verémos lo que sabeis. Y recitaron mas de un tercio del Paternóster, que de dos o tres veces que se le habia repetido, tenian en la memoria gran parte dél, porque en la campaña, cuando salíamos por leña, ellos entre sí iban refiriendo las palabras que se acordaban, y yo les correjia sus yerros y encaminaba sus palabras. ¿Quién no se maravilla de considerar a los mas de esta nacion bárbara tan afectos y inclinados a las cosas de nuestra santa fee católica, y los caciques mas principales y valerosos con natural amor a los españoles? Medítese sin pasion y como se debe el comun tratamiento que hacen a los cautivos soldados nuestros; dejemos aparte la plebe, que en todas las naciones se extrema y se aventaja en lo cruel y en lo mal intencionado, como se verifica en lo comun de este barbarismo insistiendo [sic] y provocando a los mas nobles caciques a que engrandezcan sus armas y fortifiquen sus toques con la sangre de los españoles, que son las insignias de mayor estimacion y respeto que tienen en sus parcialidades; y muchos contra su voluntad permiten estas sangrientas muertes, mas por materia de estado y temor de los demas, que por natural inclinacion a tan cruento sacrificio. Vamos discurriendo un rato en la materia. ¿Habrá algun cautivo nuestro que padezca las penalidades y tormentos que padecen los suyos entre nosotros, metidos en cárceles y mazmorras, aprisionados con cadenas, cormas y grillos, y desde que Dios amanece hasta el fin del dia en un contínuo trabajo y servil ocupacion, mal comidos y peor vestidos? Yo confieso que no todos tienen la felicidad y buena fortuna que tuve en mi cautiverio, porque tambien hai indios de malos naturales que aborrecen con extremo a los españoles, y estos son aquellos que mas conocimiento han tenido y tienen de nuestras acciones y ilícitos tratos; y aun estos, por mal que tratan a sus cautivos, no los prenden ni aprisionan con cadenas ni cormas, ni dejan de darles de comer y de vestir de lo que tienen. Y una vez que otra se escapan de sus manos y se vienen a nuestras tierras, como lo han hecho muchos en este alzamiento jeneral de las fronteras: cuando mas ensangrentados se han mostrado, se han reconocido otros mui piadosos que han dado mano a muchos cautivos para que se hayan venido huyendo a nuestras tierras; y aunque cada dia experimentan estas fugas, no por eso los aprisionan ni molestan mas, que pudieran hacerlo con el ejemplo que tienen de los suyos. Finalmente, no es tan penosa la vida que pasan entre ellos, como la que entre nosotros los suyos, que la mayor penalidad que pueden tener los españoles, es el estar siempre recelosos y con amenazas de la muerte en los parlamentos y juntas de guerra que se les ofrece, y