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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

solo su viaje, se determinó el muchacho a venir en su compañía hasta ponerlo entre nosotros, y no quiso volverse a casa de sus padres, por acompañar a su amigo y ponerlo en casa de su padre y madre, en la ciudad de Santiago de Chile, adonde le asiste y le sirve con todo amor, habiendo dejado su patria, a su padre y madre y todo su regalo: accion ponderable y digna de toda alabanza en un tierno muchacho que aun no habia dejado el abrigo de su padre, ni apénas salido de las mantillas de su madre. Todas estas son verdades manifiestas y experimentadas, de las cuales podemos sacar evidentes consecuencias, que las variedades y traiciones que en estos naturales se han hallado en ocasiones, no han sido orijinadas de la aversion y mala querencia que nos hayan tenido, ni odio contumaz a nuestra relijion cristiana: a nuestras acciones várias sí y a nuestros ilícitos tratos tambien, pues habemos experimentado, cuando son dueños de sus voluntades y mas apartados se hallan de nuestra comunicacion, que los chicuelos y niños son naturalmente inclinados a rezar y a ser cristianos, los caciques y personas principales a defendernos y ampararnos cuando mas atribulados y aflijidos nos hallamos; de que se sigue que la dilacion de esta sangrienta guerra y la poca impresion que nuestra fee católica ha hecho en sus corazones, no ha estado en la contumacia de sus naturales, sino es en la falta de nuestras costumbres y en lo cauteloso de nuestras palabras. Y porque en adelante nos irá dando nuestra historia bastante materia para comprobacion de lo dicho, acabaré este capítulo con decir, que otro dia salimos de nuestro alojamiento con toda priesa, por haber amanecido con ciertas señales de volver a descargar sobre nosotros las preñadas nubes sus helados partos, y aunque procuramos apresurar el paso y darnos priesa por no participar de sus abortos, no pudimos conseguir lo que deseábamos, porque era forzoso seguir nuestra marcha conforme la que llevaban los ganados y algunas indias mayores, que por no saber andar a caballo iban a pié, o porque es costumbre entre ellos que en tales ocasiones caminen de esa suerte las mujeres por delante y sus maridos atras encabalgados, a cuya causa llegamos a nuestros ranchos con buen rato de la noche, bien remojados y helados de frio. Entramos al abrigo de las chozas, adonde con prevencion tenian las viejas y guardianas que habian quedado, extremados fogones y copiosas llamas, porque nos aguardaban;'y habiendo secado nuestras vestiduras, comido y bebido de lo que llevamos, nos recojimos al rancho del viejo Llancareu mis compañeros y yo, y habiéndome pedido les repitiese la oracion que les iba enseñando, lo hice con mucho gusto por ver el que mostraban tener en el conocimiento de Dios y de nuestra fee católica, y habiéndoles repetido el Paternoster tres o cuatro veces y ellos imitado mis palabras, nos quedamos sin sentir dormidos, por haber llegado del camino fatigados.