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HISTORIADORES DE CHILE.

gos, y de la importancia que fué el aviso que nos dió nuestro amigo Colpoche, que a no haberle tenido, nos hubieran cojido sin duda descuidados y sin prevencion alguna. Y te hubieran llevado, o muerto (dijo Llancareu el viejo, y tambien hubieran muerto a mi hijo por defenderte, que es atrevido y valeroso y no habia de permitir que te sacasen de mi casa; con que sin duda hubiera habido en ella gran ruina y alboroto. Mucho tenemos que agradecer a Colpoche tu amigo el cuidado que tuvo en avisarnos a tan buen tiempo, que pudimos estar con prevencion bastante para que nuestros enemigos no lograsen sus intentos malos. Acabamos de comer y de beber en buena compañía, y despidióse el viejo y los demas de mí, dejándome de comer en una olla y de beber en un cántaro, para cuando el apetito o la gana me brindase, miéntras todos ellos se iban a cavar y sembrar una chacarilla, que era faena y trabajo de todo el dia. Quedéme recostado en una frezadilla que me dejaron, y a la sombra de aquellos árboles y a la suavidad del fuego me quedé dormido y descansado, porque la noche antecedente me habian desvelado los cuidados y alborotos de mis contrarios y crueles enemigos, que nunca juzgué por cierta su determinacion airada, hasta que los ví sobre nosotros.

CAPITULO XVII.

En que se trata de la continuacion que tuvo la hija de mi amo en regalarme, y como estando solo en el monte durmiendo, llegó sola a despertarme; de la suerte que la despedí, y de como, despues de haberme rescatado, la cautivaron a ella; de como la rescaté y llevé a mi casa, adonde se bautizó y murió cristiana. Trátase tambien de paso del amor y de sus efectos. Estando durmiendo de la suerte que he dicho, en la montaña, adonde mis compañeros me dejaron, como a las tres o cuatro de la tarde llegó la chinuela hija de mi amo a despertarme, que me traia una taleguilla de harina tostada, unas papas cocidas y un poco de mote de maiz y porotos; y luego que la ví, despertando de mi sueño algo espavorecido y asustado del repente con que me llamó, se empezó a reir de haberme visto alborotado. Dijela como enfadado, que qué era lo que buscaba, que se fuese con Dios, porque no la viesen venir tantas veces sola a donde yo estaba, y que no fuese causa de que me viniese algun daño por el bien que me deseaba, dando que pensar a su padre para que juzgase o presumiese que no era leal en su casa; y que así, le suplicaba que no viniese mas a verme sola, sino fuese con los muchachos mis camaradas; que yo le agradecia la voluntad y el amor que me mostraba, y el cuidado que ponia en regalarme; que por su vida no permitiese que por ella me viniese algun desabrimiento, y pusiese en peligro la vida que su padre me habia prestado; que advirtiese que por adonde juzgaba que me hacia algun favor y lisonja, me daba un gran pesar, porque siempre que la veia venir sola me temblaban las carnes, juzgando que ya la veian entrar o salir de adonde yo estaba; que si fuese vieja y no de tan buen