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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

que tratásemos de dormir y desquitar el desvelo de la pasada noche; con cuya resolucion nos dimos con mucha brevedad al sueño, no habiendo faltado a lo principal de mi ejercicio ordinario y costumbre en mis devociones. Al cuarto del alba, cuando mas sepultados en el sueño nos hallábamos, nos dispertó el ruido del agua y del viento grande que la embocaba por entre las ramas con tal fuerza, que atravesaba las pajas de nuestro pequeño albergue y limitada choza, que como estaba fabricada debajo de frondosos árboles, mas gruesas y espesas eran las aguas que caian de sus hojas, que las que se dejaban caer de las preñadas nubes; cuya continuacion con fuerza de los vientos, y el bamboleo de los árboles, nos hizo estar en vela y asustados hasta que dió principio a esclarecer el dia, que los truenos, relámpagos y rayos que caian, mas atemorizaban nuestros ánimos, que, segun sus efectos, pareció verificarse lo que en otras tempestades dijo Silio Itálico, orijinadas del fuego ethéreo. 01 Ev en Subitis horrescit turbida nimbis tempestas, Ruptoque polo micat igneus æther. La tempestad deshecha Horrible, tenebrosa y desusada Violentos rayos echa, Y la tórrida zona destemplada Abrasa el firmamento, Rasgándose los polos con el viento. Apénas descubrió la luz sus resplandores, cuando nos descolgamos de las ramas con presteza, cargados de la cama en que dormíamos, y nos fuimos a los ranchos retirando; y como no habian experimentado tan de cerca como nosotros lo borrascoso de la noche, estaban en sus lechos durmiendo y sosegados. Cuando tan de madrugada nos vieron abrir las puertas y entrarnos dentro, juzgó Maulican sin duda que habíamos tenido algun alboroto del enemigo, pues asustado nos preguntó la causa de nuestro retiro tan al romper el dia las tinieblas; a que le respondimos que la borrasca grande de agua y viento, mezclada con granizos, truenos y relámpagos, y las goteras que atravesaban nuestro ranchuelo sin haber parte alguna en que asegurarnos, nos habian desasosegado de tal suerte, que nos obligaron a desamparar el sitio apresurados. Verdaderamente (dijo Maulican) que presumí otra cosa de vuestra apresuracion y madrugada. Hagan buen fuego (dijo a las mujeres) para que se calienten los mancebos, y háganles de almorzar alguna cosa. Luego se levantaron las mas viejas y salieron al rio por el agua, de adonde volvieron frescas y bañadas como lo acostumbraban de ordinario, y al punto se pusieron a hacernos de almorzar de lo que habia. Fué entrando mas el sol y con él amainando la tormenta: estuvimos en los ranchos aquel dia, y consultando Maulican mi amo con su padre y sus amigos el que le parecia mas acertado quitarme del tropiezo y del peligro,