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HISTORIADORES DE CHILE.

vinieron a resolver que convendria pasarme mas adelante dos o tres leguas, a casa de un amigo suyo llamado Luancura, cacique de mucho respecto, poderoso y rico, y mui inclinado a los españoles. Amaneció otro dia, y como las cargas y aparatos que llevan, se reducen solamente a un poncho o frezadilla, que es lo mesmo, y esta se lleva a la gurupa o a las ancas del caballo, no hicimos mas que subir cada uno en el nuestro y marchar a la casa del cacique, que estaba a las orillas del rio de Cholchol, que por otro nombre llaman Tavon, adonde llegamos a medio dia y fuimos recibidos con summo gusto y regalados con extremo, porque este cacique era aespañolado y mui ostentativo: tenia en su casa muchas aves, carne fresca, tocino, longanizas y pan de maiz y trigo, que no le faltaba, a modo de tortillas mui bien hechas, y lo principal entre ellos, mucha chicha de diferentes jéneros. Despues de haber comido mui a gusto de los jéneros referidos, le significó Maulican a lo que iba y las causas que le movian a llevarme a su casa, para que con todo secreto y cuidado me guardase, mirase y defendiese, por los peligros en que me habia visto en su casa y los que recelaba en adelante. Dijo el buen cacique Luancura, que ya sabia y tenia noticias de lo que habian intentado y aun puesto en ejecucion los de la parcialidad de la cordillera, y que le habia pesado de que no le hubiese dado parte, si llegó a tener ántes algunas vislumbres del subceso, para que con sus amigos y comarcanos les hubiesen aguardado de emboscada, para que otro dia no se atreviesen a maloquear parcialidades ajenas. Respondió Maulican, que el no haber hecho ruido ni avisado a sus amigos fué por excusar las controversias y ruidos que se podian orijinar, y por otros respectos, que le movieron a ausentarse de su casa en ocasion semejante. Dejóme en la parcialidad y habitacion de aquel cacique, y por abreviar excuso lo mas que comunicaron acerca de mi quedada. Despidiéronse amorosamente, y a mí me dijo, que mui de ordinario iria a verme, que pues estaba tan cerca, y no tenia que darme cuidado su ausencia, porque me habia de hallar mui a gusto con aquel cacique, que era mui amigo de españoles y de condicion suave y apacible. Quedéme en aquella casa gustoso, porque el agrado del indio no daba lugar a echar ménos los amores y agasajos de mi amo, y porque era mayor el regalo que tenia. Aquella noche, despues de haberme dado de un ave bien aderezada y otros compuestos de carne, me hicieron la cama con muchos pellejos de carnero limpios y peinados, cosidos los unos. con los otros, que los hombres principales y ricos usan de este jénero de colchones, y por sábana echaron encima de los pellejos una manta blanca, y para cabecera una almohadilla o costalejo de manta estofada con lana, y para cubrirme una frezada, nueva, gruesa y grande; despues de dispuesto el lecho como he dicho, me encaminó el cacique para él y me dijo, que porque no durmiese solo, me daba su hijo querido, para que me acompañase y lo enseñase a rezar, porque ya sabia alguna cosa. Quedamos solos el muchaclio y yo, y era de tan buen natural como su padre, agradable, apacible y amoroso; preguntéle al acostarnos, si queria saber rezar, y me respondió, que de mui buena gana, porque ya él sabia