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HISTORIADORES DE CHILE.

cabizbajos, pensativos y tristes, sin hablar ninguno una palabra. Al cabo de haber incensado las ramas tres veces, y al carnero otras tantas, que le tenia arrimado al banco que debia de servir como altar de su sacrificio, se encaminó para donde estaba el enfermo, y le hizo descubrir el pecho y estómago, habiendo callado las cantoras, y con la mano llegó a tentarle y sahumarle con el humo de la quita, que traia en la boca de ordinario; con esto le tapó con una mantichuela el estómago, y se volvió donde estaba el carnero, y mandó que volviesen a cantar otra diferente tonada, mas triste y confusa, y allegando al carnero, sacó un cuchillo y le abrió por medio, y sacó el corazon vivo, y palpitando le clavó en medio del canelo en una ramita, que para el propósito habia poco ántes ahuzado, y luego cojió la quita y empezó a sahumar el corazon, que aun vivo se mostraba, y a ratos le chupaba con la boca la sangre que despedia. Despues de esto sahumó toda la casa con el tabaco que de la boca echaba el humo; llegóse luego al doliente, y con el propio cuchillo que habia abierto al carnero, le abrió el pecho, que patentemente se parecian los hígados y tripas, y los chupaba con la boca; y todos juzgaban que con aquella accion echaba afuera el mal y le arrancaba de el estómago; y todas las indias cantando tristemente, y las hijas y mujeres del paciente llorando a la redonda y suspirando. Volvió a hacer que cerraba las heridas, que a mi ver parecieron apariencias del demonio, y cubrióle el pecho nuevamente, y de allí volvió a donde el corazon del carnero estaba atravesado, haciendo enfrente del nuevas ceremonias, y entre ellas fué descolgar el tamboril que pendiente estaba del canelo, y ir a cantar con las indias, él parado dando algunos paseos, y las mujeres asentadas como de ántes. Habiendo dado tres o cuatro vueltas de esta suerte, vimos de repente levantarse de entre las ramas una neblina obscura a modo de humareda, que las cubrió de suerte que nos las quitó de la vista por un rato, y al instante cayó el encantador en el suelo como muerto, dando saltos el cuerpo para arriba, como si fuese una pelota, y el tamboril a su lado de la mesma suerte saltando a imitacion del dueño, que me causó grande horror y encojimiento, obligándome a encomendar a Dios, que hasta entónces habia estado con notable cuidado a todas sus acciones, y luego que ví aquel horrible espectáculo, tendido en aquel suelo, y el tamboril saltan. de solo juntamente con el dueño, se me angustió el alma y se me herizaron los cabellos, y tuve por mui cierto que el demonio se habia apoderado de su cuerpo. Callaron las cantoras, y cesaron los tamboriles, y sosegóse el endemoniado, pero de manera el rostro que parecia el mesmo Lucifer, con los ojos en blanco y vueltos al colodrillo, con una figura horrenda y espantosa. Estando de esta suerte, le preguntaron que si sanaria el enfermo; a que respondió que sí, aunque seria tarde, porque la enfermedad era grave y el bocado se habia apoderado de aquel cuerpo de manera que faltaba mui poco para que la ponzoña llegase al corazon y le quitase la vida. Volvieron a preguntarle, que en qué ocasion se le dieron, quién y cómo, y dijo, que en una borrachera, un enemigo suyo