Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/188

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
174
HISTORIADORES DE CHILE.

con otros tres o cuatro compañeros de su porte, reducidos tambien a ser cristianos; y en buena conformidad nos fuimos todos al claustro o cercado de la cruz, y hincados de rodillas al pié de ella, hice que mi compañero enseñase las oraciones que sabia a los demas, y habiéndolas repetido mui bien, se las fuí explicando y dando a entender mas por extenso. Estando en esta ocupacion entretenidos, llegó el cacique con sus compañeros a decirme, que cuándo habia de baptizar a su hijo y a sus hijas, que querian ser tambien cristianas; a que le respondí, que luego lo haria, que para eso les estaba explicando las oraciones a todos aquellos muchachos; que no faltaba mas de que hiciese traer una mesita o banco con su sobrecama o manta, y un cántaro moderado, nuevo y limpio, lleno de agua, y una botijuela en que cayese. Luego al punto mandó traer todo lo que le pedí, y puse la mesita, con su tapete o manta encima, arrimada a la cruz, y el cántaro de agua sobre la batea. Con esto se fueron juntando todos los del rancho, a tiempo que veria asomando a una vista mi amo Maulican, con mis dos primeros amigos y camaradas los muchachos sus sobrinos; aguardamos a que llegasen, y al apearse, salí a recebirle y abrazarle, como lo hice tambien con los muchachos; llegó despues el cacique dueño del rancho, y saludáronse con mucho amor y grande agasajo, y a las espaldas de la casa se asentaron a la resolana en unas esteras que para el efecto les pusieron; y despues de haberle recibido a su usanza, con una cántara de buen porte de chicha, que se despachó con brevedad porque ayudamos todos al consumo, dijo el cacique Luancura a Maulican, que me habia hallado ocupado en enseñar a los niños a rezar las oraciones, y que estaba ya disponiendo el bauptizarlos cuando le vimos venir. Pues andad, capitan, con vuestros camaradas antiguos (dijo mi amo), que tambien los enseñasteis a rezar y querrán ser con los demas cristianos; a que respondió el cacique Luancura: mejor es que vamos allá todos, y verémos como los baptizan; con que se levantaron, y fuimos en compañía a nuestro claustro, adonde estaba la mesa con la batea y cántaro al pié de la cru todo mui limpio y aseado, lleno de yerba-buena, toronjil y otras olorosas yerbas. Llevaron las esteras al cercado, adonde se asentaron los caciques y algunas mujeres, y yo me arrimé a la mesa con los muchachos, a quienes hice hincar de rodillas y repetir las oraciones que sabian, y despues les pregunté si querian ser cristianos, y respondieron todos que sí. Expliquéles lo esencial del Credo y llamé primeramente al que habia sido el instrumento del festejo con que celebramos aquellos baptismos, y a quien con tanto fervor me habia solicitado para ello: llegóse a la mesa donde yo estaba, y hice que se persignase y que rezase solo las oraciones en alta voz, que era contento escucharle; acerquéle a la mesa y en altas voces le pregunté tres veces si queria ser cristiano y seguir la lei de Dios, pues sabia lo que habia de observar y guardar, segun lo que le tenia enseñado; respondió que de mui buena gana, y que no faltaria de lo que