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HISTORIADORES DE CHILE.

con que nos brindamos amenudo y nos regocijamos grandemente; y acabado el convite, nos fuimos los muchachos y yo a jugar a la chueca, y dentro de una hora poco mas o ménos se despidió Maulican del cacique, y a mí me llamó y me dijo en presencia de Luancura, que de la Imperial le habian enviado a convidar para una gran fiesta que tenian, y una solemne borrachera que se encaminaba solamente a ver al hijo de Alvaro, que no conocian a mi padre por otro nombre, como queda en otras ocasiones advertido; y que así, se hallaba obligado a llevarme consigo, que para tal dia volveria por mí y me llevaria con licencia del cacique nuestro amigo y bienhechor; a que le respondió que yo estaba siempre dispuesto a su órden y a su gusto. Con esto nos despedimos, enviando yo muchos recados al viejo Llancareu y a todas las mujeres de mi amo y a sus hijas; y llegando a abrazarme los muchachos, me dijieron, que habian de volver con el viejo y Maulican dentro de pocos dias para pasar a la borrachera de la Imperial. Fuéronse con Dios, y yo me quedé como de ántes con mi compañero Ignacio, que cada vez que le miraba, me parecia otro en sus facciones, que las tenía mas hermosas y agraciadas, que con el agua del baptismo estaba resplandeciente como un cristal puro y limpio; que a eso le comparó la glosa ordinaria, sobre el lugar de San Juan y su maravillosa vision, que dice, vió un mar de vidrio mui semejante al cristal; y la glosa dice, que el mar de vidrio es el baptismo, con la sinceridad de la fee lucido, y de la suerte que el cristal se endurece y se solida con el agua, así los escojidos son guiados por el agua del santo baptismo y por los trabajos a la corroboracion y firmeza que han de tener en conservar la gracia con las buenas obras, si bien en el sentir de Bachiario, es mar vidrioso por lo fácil de quebrarse en nuestra naturaleza. Finalmente, la gracia del baptismo es el mar de vidrio o de cristal que vió San Juan en su Apocalípsis, que con acciones santas se fortifica y consolida en los corazones que con verdadera fee le abrazan, como lo mostraba en todas sus acciones este muchacho nuevamente ilustrado con los rayos de la verdaderal uz de Cristo, Señor nuestro.

CAPITULO XXV.

En que se trata de como dentro de dos o tres dias de bautizado el muchacho Ignacio, le cargó una calentura grande, que le hacia desvariar, y como en medio de ella no dejaba de continuar el que le enseñasen las oraciones. A los dos dias que estuvimos ocupados y entretenidos en diversos ejercicios de gusto y de pasatiempo, no olvidando en medio de ellos mi discípulo y ahijado sus fervorosos deseos, solicitando por todos caminos el hacerse capaz de las oraciones y de la explicacion del Credo, en que mostraba tener summo consuelo, cayó enfermo de un dolor de cabeza excesivo, con un calenturon tan extraordinario, que le hizo perder el juicio y desvariar grandemente; causóme notable dolor y pena