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HISTORIADORES DE CHILE.

Sortitur insignes et imos; Et æquo pulsat pede pauperum tabernas, Regumque turres [sic]. La Parea maj estuosa igual pié palacios atropella, Que la escondida choza, Y en los mas poderosos hace mella, Y al fin con justas leyes Iguala a los humildes con los reyes. Con Y siendo esta infalible, no hai quien la traiga a la memoria, como lo advirtió San Bernardo, pues no hai en esta vida quien se asegure de ella, ni tenga hora firme ni cierta en su carrera. Díjolo Ovidio a su modo de entender, mui al nuestro: Ludit in humanis divina potestas rebus Et certam præsens vix habet hora fidem. La fortuna poderosa Se entretiene con lo humano; Quita y pone de su mano La suerte mas venturosa, Y aunque siempre es trabajosa Porque no tiene firmeza, El mas querdo se embelesa En su palabra inconstante, Pues no hai hora ni hai instante Que fee tenga su promesa. Y el Eclesiastes nos advierte cuán sin pensar se nos entra por las puertas. No sabe el hombre (dice) cuando llegará su fin, mas es cierto que de la manera que en el anzuelo se halla preso el pez, y en el engañoso lazo el ave, de la propia suerte el hombre es cojido y preso en el tiempo malo, cuando de improviso y repentinamente llega la hora. Por San Juan, dijo el mesmo Cristo: vendré a tí como un ladron escondido, porque no has de saber cuando será mi venida. El glorioso apóstol San Pedro nos lo enseña así, y el predicador de las jentes, escribiendo a los thesalonicenses, dice estas palabras: de los tiempos y momentos (hermanos mios) y de lo que pasa, no teneis necesidad de que os escriba, porque vosotros sabeis cuidadosamente lo que os importa, y que el dia del Señor ha de venir como el ladron de noche; y por eso les dice que ellos no son hijos de la noche, sino es de la luz del dia, por lo cual les amonesta que no duerman como los demas. A todos nos compete esta licion, para que de noche no seamos asaltados de repente en la hora que, esperada a la luz del dia, será de consuelo grande al que la viere. Murió mi camarada y amigo, y faltóme con su ausencia el alegría, y aun el alma toda me llevó consigo, porque el verdadero amigo es una mesma cosa con el que ama. Y asi dijo San Agustin sobre el dicho de Horacio, que pensó bien el que presumió que el amigo