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HISTORIADORES DE CHILE.

Despues de acabada esta faccion, se asentaron a la redonda de el cerrillo y pusieron todas las botijas de chicha de la propia suerte en órden, y como habia mas de ducientas almas, brevemente despacharon con ella. Y en el entretanto que bebian, me fuí con cuatro amigos mocetones al monte, y escojimos una vara gruesa de roble fuerte, de las mas derechas que hallamos, de la cual formamos una cruz de mui buen porte, y la trajimos al sitio adonde los demas estaban acabando de beber, y con toda brevedad se hizo un hoyo al pié de la sepultura, adonde la pusimos entre todos, con mucho gusto de el cacique y de los demas circunstantes, que se señoreaba del rancho y de todo el valle. Con esto nos fuimos bajando para los ranchos, todavía con algun sentimiento y tristeza: y esto fué poco ántes de ponerse el sol; y hallamos la casa del cacique con mui buenos fogones y en el uno de ellos diversos asadores de carne, perdices, tocino, longanizas y muchas ollas con diferentes guisados de ave, para cenar, que como aquellos dias de disgusto no se habia comido bien, quisieron recuperar lo perdido. Luego que nos trajieron el asado, que aun no habíamos empezado a cenar, llegó mi amo con su padre el viejo Llancareu, sus nietos mis primeros y antiguos compañeros y amigos, con algunos otros caciques, que serian hasta tres o cuatro principales con sus compañeros o criados mocetones. Salí afuera luego que nos dieron el aviso, y el cacique conmigo, que como dueño de casa fué o salió a entrarle dentro y a los demas sus compañeros. Diéronle pésame de la muerte de su hijo, que ya habia corrido la voz por los demas distritos comarcanos: entramos adentro todos, y asentáronse los nuevos huéspedes por su órden, y eenaron con nosotros y bebieron mui a su gusto; porque el cacique doliente era mui ostentativo y siempre tenia mucha chicha sobrada y abastecida la casa de todo lo necesario. Los caciques que tenian sus ranchos a dos y a cuatro cuadras, que se habian quedado a cenar, se fueron despidiendo con sus chusmas y nos dejaron solos con los recien venidos caciques, que son los que tengo referidos con Maulican mi amo, que llegaron para pasar otro dia conmigo a los distritos de la Imperial. Aquella noche nos recojimos temprano a nuestros lechos, porque como las pasadas. habian sido de desvelo, nos obligó el sueño, el trabajo y la afliccion a solicitar al cuerpo algun descanso y alivio, como lo hice yo acomodándome con mis camaradas antiguos, que despues de haber rezado las oraciones que sabian, y yo mis devociones, con facilidad pusimos en silencio los sentidos. Y darémos fin a este capítulo y discurso con la meditacion que piden las acciones de estos naturales, para confirmacion y prueba del principal asunto de este libro.