Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/211

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
197
NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

la caridad cristiana no lo permita, será fuerza no excusarlo: pues estos bárbaros infieles las tienen tan presentes como vivas en la memoria para reirse de ellas y vituperarlas, que nosotros las saquemos a luz para llorarlas y sentirlas, no será mucho, y para que sirva de enmienda a nuestros venideros siglos, que siempre van de mal en peor; con que por este camino es imposible que la guerra de Chille tenga fin dichoso ni paz entera, que es a lo que se encaminan mis discursos. Y darémos fin a éste con unas palabras de San Bernardo, que parece miraba en profecía lo lastimoso de nuestros tiempos y lo relajado de nuestra relijion cristiana. ¡Ai dolor (dice el santo y se lamenta)! pereció ya el hábito y costumbre regular, la santidad de la relijion se ha arrebatado, el silencio de la órden faltó, a nada se ha reducido la monástica relijion, la hermanable caridad es ya ninguna. Y si aquellos que deben vivir en cristiana paz y concordia, son los primeros que contienden, litigan y quitan mormurando, ¿adónde está la vida sosegada, adónde la vida quieta, la pacífica y la honesta, adónde está la vida casta, modesta, la contemplativa y vida anjélica? Esto mesmo podíamos llorar en estos tiempos, que tan a rienda suelta y sin rebozo alguno tienen los vicios usurpado el lugar que debia no faltar a las virtudes; y así, no tenemos que esperar paz firme en este reino de Chille miéntras reinare en él la cudicia, la maldad y la insolencia, y en las relijiones (como dice el santo) ruidos, contenciones y poca conformida 1, y si en ellas se experimentan estos achaques y dolencias, ¿qué podemos esperar los que habitamos en este miserable siglo? DISCURSO III. De como salimos de casa del cucique Luancura (adonde habia asistido algunos dias) para el distrito de Imperial, que a súplica de sus caciques me llevó mi amo a una borrachera y festejo ostentativo que se hizo, por ver al hijo de Alvaro, que así llamaban a mi padre; los extremos y agasajos que me hicieron, y de como me dejó, a mis ruegos, en casa de uno de los caciques mas principales de la otra parte del rio de la Imperial; de como fueron y han sido los superiores ministros y conquistadores la principal causa de la destruticion [sic] de estas provincias; del amor y agasajo con que me turieron en aquellas parcialidades; de la suerte que por agradar a un indio ladino de los antiguos, que se dió por amigo, me hice médico y me salió bien mediante el favor divino; de como uno de aquellos caciques ancianos, que no habia podido arrostrar españoles desde que se alzó la tierra hasta aquel tiempo, ni se probó haber comunicado alguno, habiendo escuchado a otro cacique de la Villa Rica, que solo vino en mi demanda a agradecerme el bien