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HISTORIADORES DE CHILE.

que siendo niño le hice estando él cautivo, y refiriendo el caso, fué tanto el amor y voluntad que me cobró desde aquel punto, que se levantó de su asiento en presencia de todos a abrazarme, y fueron tantos los agasajos que me hizo, que se aventajó a los demas con tanto extremo, que con ser de mas de setenta años no quiso dejarme hasta ponerme entre los mios libertado; la comunicacion que con él tuve, y con otros antiguos viejos, por adonde me vine a hacer capaz de los alborotos y alzamientos antiguos; las causas que les dieron para que tomasen las armas contra sus amos y señores. Refiérense de paso algunos memorables sucesos, como son las muertes atroces de los primeros gobernadores Don Pedro de Valdivia y Martin García de Loyola. De las inhumanidades que emprendian y ejecutaban en estos pobres naturales. El mal ejemplo con que fueron industriados, causa principal para que aquellas antiguas ciudades no tuviesen permanencia. De lo poco que deben ser culpados estos naturales en sus primeras rebeliones; que la esclavitud de esta nacion, no hallo por ningun camino ser justificada, y que es la que perturba la paz y quietud de este reino, y que ha de ser su total ruina. Especificante las causas que para esto han movido mi pluma, sácanse morales ajustados a la proposicion de este libro y al título que contiene, de Cautiverio Feliz y Guerras Dilatadas de Chille.

CAPITULO I.

De como otro dia salimos de la casa del cacique Luancura Maulican mi amo, Llancareu su padre, sus compañeros, los muchachos mis amigos, para la borrachera y festejo que se en la a millegada. Al siguiente dia que llegaron Maulican y sus compañeros, salimos de el rancho del cacique Luancura, habiendo repugnado mi salida con extremo por amor y voluntad que me habia cobrado, y por la falta de su hijo, que parece que con mi asistencia la toleraba con algun alivio. Prometióle mi amo que de vuelta del convite, a que estaba obligado a llevarme forzosamente, me volveria a su obediencia, con cuya promesa quedó consolado, y despues de haber mui a su gusto bebido y almorzado, cojimos para el festejo la derrota. Caminamos aquel dia cerca de seis leguas, porque pasamos el rio de la Imperial por la mesma ciudad antigua y desolada, que cuando llegué a divisar sus muros abatidos, enternecido el corazon, no pude dejar de decir lo que el gran profeta Jeremías dijo con dolorido ánimo, suspirando sobre los desiertos muros de Jerusalem: ¡cómo estan estos muros por el suelo, la ciudad desierta y solitaria! esta que fué la principal señora de las jentes, cómo la miramos viuda y sin amparo! la que fué cabeza de las otras, hoi son sus habitadores tributarios. En este lugar dijo San Gerónimo las siguientes palabras, que podemos aplicar