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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

mui bien a aquellos caidos edificios: el santo profeta habló en este lugar místicamente, porque en un tiempo fué copioso el número de virtudes que encerraban en sí aquellos muros, con que imperaban y eran dueños de diversos afectos, porque se señoreaban de las carnales conscupicencias: despues que se sujetaron a ellas, experimentaron sus ruinas. Pasamos el rio en una canoa que hallamos de esta banda, y en los ranchos solamente las viejas y los niños, porque los habitadores habian ya caminado aquel dia a la borrachera; anocheciónos dos leguas mas adelante del rio, a la vista de unos ranchos adonde solo habia quedado una vieja y un muchachuelo que guardaba el ganado, que le divisamos dentro del corral que estaba arrimado al rancho. Alojamos a vista dél como distancia de seis cuadras, ya de noche, arrimados a un apacible estero y cristalino arroyo, y habiendo hecho mui copiosas candeladas y fogones, determinaron de que fuésemos todos al corral de las ovejas y trajiésemos la suya cada un y habiéndoles yo replicado que para comer diez o doce personas que estábamos, bastarian tres o cuatro cabezas; que las demas, qué habíamos de hacer de ellas? me respondieron algunos mocetones que iban con los caciques, que cada uno de ellos se habia de comer mas de dos carneros y es así verdad, que al paso que saben ayunar y tolerar el hambre cuando es necesario, en hallando la ocasion de desquitarse, como sea a costa ajena, es con tanto extremo lo que comen, que causa admiracion al que los mira. Vamos, pues, amigos (les dije), que tambien traeré yo la que me toca, para el viejo Llancareu mi abuelo, que así llamaba al padre de mi amo. Con esto salimos todos a la empresa, sin dejar mas que al viejo y a los muchachos en guardia de nuestros fustes y caballos; llegamos al corral de las ovejas, que arrimado al rancho le tenian, y al ruido y alboroto que hicieron, salió el muchachillo que cuidaba de ellas, a reconocer la causa del alboroto; y uno de los que iban con nosotros, lo espantó con un amago, que al instante se volvió a entrar adentro, y los demas en el ínterin cojimos cada uno una cabeza, la primera que topamos. Salió despues la vieja dando voces y gritos desaforados, diciendo que quiénes eran los atrevidos desvergonzados que a la casa de su hijo fulano, que le nombró, cacique principal, no tenian respecto, que lo habia de saber y castigar. A esto levantó la mano uno de los que se hallaron mas cerca, y le sacudió las narices con dos golpes, que tuvo a bien el entrarse adentro y cerrar la puerta, aunque gruñendo entre dientes. En aquel tiempo juzgué a los indios fronterizos de la mesma suerte que los soldados de nuestro ejército, cuando bajan a los distritos de la ciudad de Santiago, que son dueños de todo cuanto topan. Cargamos cada uno con la oveja o carnero que nos cupo, segun lo que encontramos, y nos fuimos retirando a nuestro alojamiento, adonde con toda brevedad, a orillas de aquel estero montuoso, degollamos la que trajimos, y la desollamos, que fueron hasta diez cabezas: los muchachos mis compañeros me ayudaron con presteza y no dejaron cosa ANTO