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HISTORIADORES DE CHILE.

mensaje del cacique para que volviese el rostro ácia las espaldas, porque, como el andamio y las gradas estaban en cuadro, no me podian divisar mas que los que estaban dentro y en los andamios; y así, el moceton que estaba a mi lado, me volvió el rostro para que la muchedumbre que estaba a las espaldas de las gradas, pudiesen divisarme y verme a su gusto; dieron vuelta conmigo los dos acólitos que me tenian en medio, a todo el distrito que cojia el andamio, bailando al son de los tamboriles, trompetas, flautas y cornetas, y cantando un romance a mi llegada, diciendo, que allí estaba el hijo de Alvaro, que lo mirasen bien y lo conociesen, pues para ese efecto se habian juntado todos aquel dia; y respondian afuera los circunstantes con el mesmo romance, cantando y bailando, y puestos los ojos en mí con gran cuidado. Al cabo de mui buen rato, que el sol se iba apartando de nosotros, me envió a llamar el cacique, que me estaba aguardando abajo de las gradas; y los dos compañeros que me habian tenido en medio, no quisieron dejarme hasta entregarme a los caciques. Llegué a donde me estaban aguardando, que se levantaron luego a recibirme, y la moza con ellos a brindarme y a decirme lo bien que parecia su prenda en mi cabeza. Mas bien asienta en la tuya, le respondí, que sin ella no me pareces bien: y esto fué quitándomela y poniéndosela encima por eximirme de que me buscase despues; paguéle el bríndis con otro que me habia hecho el cacique al apearme, a quien rogué nos fuésemos a donde estaba mi amo; y a una vuelta que dió la muchacha con sus compañeras bailando, nos desparecimos de adonde estaban, y llegamos al sitio de nuestros compañeros, que estaba Maulican mi amo y Llancareu su padre mui privados del juicio. Y el cacique anduvo tan bueno y cortesano, que nos llevó a todos los de nuestro ayllo [sic] a su rancho, porque pasásemos la noche con algun alivio y sin riesgo de mojarnos; porque verdaderamente el tiempo era vario y a ratos el viento helado y frio nos sacudia con unos aguaceros desmandados y violentos: efectos propios del mes de agosto, que si como pasan luego, tuviesen sus rigores permanencia, fuera mas penoso el tiempo y desabrido que el del mas riguroso invierno, por ser los huracanes de travesía con extremo fuertes y desaforados, pues se ha visto en ocasiones arrancar de raiz fornidos árboles y crecidos, y despedir las ramas fuego ardiente sacudidas las unas con las otras, como lo notó en otra ocasion Lucrecio: Exprimitur validis extritus viribus ignis, Et micat interdum flammai fervidus ardor, Mutue dum inter se rami stirpesque teruntur. Los montes mas trepados, De la fuerza del aire combatidos, Brotan rayos helados, Y de sus propias ramas oprimidos, Encontrándose a veces Pedernales se vieron sus arneses.