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HISTORIADORES DE CHILE.

la divina justicia para ejecutarla en los habitadores de Jerusalem, como lo dió a entender por el profeta Ezequiel. Dale a entender a mi pueblo (dice) cuales son sus culpas, sus maldades y pecados; y haciéndole memoria de ellos, se los compara a los de Sodoma y Gomorra, y les dice: estas son las insolencias y desafueros de Sodoma: saturitas panis et abundantia, el demasiado comer con abundancia. Por esta causa fueron destruidas y desoladas aquellas insolentes ciudades, por haber sido la raiz y fundamento de todas las demas maldades y insolencias, como lo notó San Gregorio. De verdad (dice este santo) que el deleite en el gusto, y la dilijencia y cuidado que se pone en el comer y beber, es la madre de muchos males y la principal raiz de aquellos pecados y maldades que se cometen en esta vida, porque está siempre dispuesto el que es dado a este vicio, a que no le falte la asistencia del maligno spíritu para ser tentado contínuamente de su astucia y maña. La prueba de esta verdad la hallarémos en el capítulo cuarto de San Mateo. Ayunó Cristo, nuestro Redemptor, cuarenta dias con sus noches, y al cabo de ellos, dice el texto que comió un bocado, o tuvo hambre. Y ¿qué se siguió de esto? que al instante llegó el demonio y le tentó. Pues si al cabo de cuarenta dias de ayuno y abstinencia, apenas tuvo gana de comer Jesucristo S. N. un bocado, cuando llega el demonio a tentarle atrevido, ¿no es consecuencia cierta que el que está siempre lleno de abundancia de manjares y deleitosas viandas, ha de estar contínuamente tentado y asistido del maligno spíritu? Claro está, que no hai que poner duda en su asistencia, y que no habrá menester mucho cuidado para postrarle a sus piés. De lo dicho podrémos sacar, que aquellas desoladas y antiguas ciudades fueron destruidas y abrasadas por justos juicios de Dios, en pena y castigo de las insolencias y maldades que se orijinaron del ocio y de la gula, como las otras ciudades. Volvamos a nuestra historia, que ella nos irá dando materia para que se reconozca la felicidad que tuve en mi cautiverio, y las causas que hubo y hai para que esta guerra sea inacabable. Toda aquella noche estuvo la plebe y el comun cantando y bailando en el palenque y en diferentes fogones mas copiosos, con abundancia de manjares para el sustente ordinario de aquella muchedumbre; que con particular cuidado los dueños de la fiesta tenian dispuesto el gasto de aquellos dias por sus turnos, dando de comer y de beber lo necesario cada dia entre seis o siete caciques de los parientes y amigos del principal motor de aquella fiesta, con tal concierto y órden, que por las mañanas salian de los ranchos adonde de noche se recojian, los caciques principales y se iban a sus lugares y asientos señalados, y allí les llevaban de almorzar y de comer a cada parcialidad, de que participaban todos los de ella; y a los que estaban sustentando el baile en los andamios y gradas del ordinario concurso, les llevaban aparte sus ollas de guisados, y gran suma de asadores de carne, que puestos en el fogon que tenian en medio, iban comiendo todos lo que querian y cuando les parecia. Atras de esto les llevaban mas de cuatrocientos mencues o tinajones de chicha, para que fuesen