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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

repartiendo a todos los que llegaban, y a los danzantes y cantores, que siempre estaban con los jarros o malgues en las manos, brindándose los unos a los otros: lo propio hacian con las demas parcialidades, si bien con mas concierto y mas regalo, porque a los caciques les daban de comer espléndidamente, varios guisados de pescados, mariscos, aves, perdices, tocino, longanizas, pasteles, buñuelos, tamales, bollos de porotos y maices y otras cosas, poniendo a cada parcialidad, conforme la jente que tenia, ciento o ducientas cántaras de chicha; que cuando mas se suelen juntar en ordinarias borracheras y festejos veinte o treinta parcialidades, y en esta se juntaron mas de cincuenta, con que el gasto que habia cada dia de chicha, era de mas de cuatro mil botijas. Y no era mucho para mas de doce o catorce mil almas que se hallaron a aquel festejo, indios, indias, chinas y muchachos. De esta suerte se continuaron seis dias aquellos regocijos y fiestas, habiendo de ser ocho los dispuestos y señalados, porque el gasto fué grande; y el tiempo a los dos últimos dias fué tan riguroso, que fueron desamparando los andamios y recojiéndose a los ranchos y a los tabiques, en que a los principios dije que estaban las botijas de chicha, el ganado muerto y todo lo demas necesario para el gasto de la fiesta. Vamos ahora a los regalos que en particular me hicieron todos aquellos caciques, pues a porfía me llevaba cada uno a su casa o habitacion, unas veces acompañado de Maulican mi amo y de Llancareu su padre, y otras solo, porque mui de ordinario en aquellos dias estaban divertidos todos con la chicha, con el baile, y con las mocetonas solteras y libres, y así mi amo pocas veces me acompañaba, ni me veia: cada cual de aquellos caciques principales se esmeraba en darme algun regalo de los que antiguamente habian aprehendido las cocineras que aun duraban de aquellas ciudades asoladas. Unos me daban pasteles, empanadas, otros rosquetes y buñuelos, tortillas de huevos con mucha miel de abejas, que la tenian sobrada, y otros muchos jéneros de guisados; con que parece que fuí cobrando algun amor a la posada y deseos de asistir en aquellos paises, y con el agrado y buena voluntad de aquellos caciques, que cada uno me decia tendria mucho gusto de tenerme en su casa. Yo lo deseaba con extremo, por estar apartado de la frontera, adonde no tenia seguridad ninguna de la vida, por haber principiado a perseguirme los caciques de la parcialidad de la cordillera y otros comarcanos de mi amo y de su consejo y regüe, a cuya causa me traia siempre en diversas partes escondido. Pues, como ví que algunos deseaban con extremo tenerme en su casa y compañía, y entre ellos el que mas lo manifestaba era el cacique Huirumanque, quien nos habia convidado y llevado a aquel festejo, le rogué que se lo propusiese a mi amo, que yo tendria summo consuelo en quedarme a servirle, por el riesgo que corria mi vida en las fronteras de guerra. Y porque no hace tan al propósito mucho de lo subcedido en la borrachera, voi abreviando lo posible por encontrar con lo que habemos menester, para dar en el blanco a que se encamina el principal intento de este libro.