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HISTORIADORES DE CHILE.

que buscaban ofendido. Tanto como esto puede el esfuerzo y valor en los vivientes. Sujetándose rendidos los Israelitas, atropellando imposibles, se postran a los piés de Jephté porque los gobiernê y defienda; de la propia suerte estos naturales (quienes imitan a los antiguos en muchas acciones) dan la mano y el primer lugar al valeroso capitan, industriando a los príncipes y gobernadores de estos tiempos, que contra justicia y razon anteponen el dinero al valor, al mérito y a la suficiencia, para que sepan imitarlos dando el lugar que merece, al que es digno benemérito, aunque sea pobre. Y aunque se estan experimentando de los referidos gobiernos efectos no tales y perversos subcesos, no se van a la mano en sus acciones; ántes los que vienen de refresco a poner remedio en nuestros males, y a restaurar lo perdido, y a socorrer necesitados, no tratan de otra cosa que de sus particulares intereses, y de chupar la sangre a los pobres que no tienen capa ni capote que quitarles; que todavía tuvieran por partido tenerle para ofrecerlo, como lo hicieron los de Ramoth Galad. Ensidad HUnga viement Cuenta el texto, que envió el profeta Eliseo a uno de los hijos de los profetas, a unjir por rei a Jehú, industriándole en lo que habia de hacer y decir. Ejecutó el órden, y habiéndole sacado de en medio de sus compañeros y hermanos, y llevado a su aposento a solas, le unjió por rei, y al, instante que lo hizo con todas las circunstancias que el profeta le encargó, se volvió a darle cuenta. Salió Jehú a la presencia de los ciudadanos y compañeros, que estaban cuidadosos de saber el recaudo que el nuncio de los profetas le habia traido a solas y en secreto; a que respondió, que a unjirle por rei habia venido en nombre de Dios, para que rijiese y gobernase el pueblo de Israel, y ejecutase sus órdenes y mandatos. Luego que oyeron a Jehú que le habian unjido por rei, siendo un particular, hombre pobre y de entre ellos, dice el texto que se quitaron las capas y se las ofrecieron, tendiéndoselas o poniéndoselas debajo de los piés, como si dijiesen (juzgo yo): este viene a gobernarnos pobre y ha de buscar capa con que cubijarse; pues, ántes que nos las quite, ofrezcámoselas de grado, que podrá ser que le obligue el respecto, si no la obligacion, a dejarnos las camisas y a no chuparnos la sangre. Pues si algunos pobres criados que nunca supieron ser señores, vienen a gobernar un reino desdichado y trabajoso sin capa ni capote, y si traen alguno, lo deben, porque se lo fiaron a cuenta del oficio, ¿no es forzoso que busquen capa, o con que pagar la que traen? y si no la hallan en los pobres habitadores, ¿no han de quitarles las camisas y aun la sangre? claro está, que cada dia tenemos estas experiencias a la vista. Demos fin a este capítulo, habiendo quedado con la historia en casa del cacique Tureopillan, adonde me hice capaz de muchas antigüedades y de los fundamentos que para las ruinas y desolaciones de las ciudades de la Imperial, Osorno, Villarica y las demas hubo, que en breve tiempo habian felizmente florecido, para marchitarse con la mesma priesa y abajar de golpe al peso [sic] que subieron.