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HISTORIADORES DE CHILE.

amo; asentámonos a la resolana, adonde él estaba cojiendo el sol sobre tarde, y al punto me pusieron delante un cántaro de chicha, que es la honra y agasajo que hacen a los huéspedes principales; y como ya yo estaba diestro en lo que acostumbran, brindé luego al cacique, y bebió la mitad de lo que habia en el jarro, y él me brindó con lo que quedaba: llag paia cimi, a la mitad habemos de beber. Fuí luego repartiendo a los demas circunstantes, despues de haber bebido lo que el cacique me dejó en el vaso, con que, despues de haber hecho con los mayores y principales la cerimonia del bríndis, pasé el cántaro al muchacho mayorcito que me acompañaba, para que brindase a los demas muchachos, como lo fué haciendo. Sacáronme luego un plato de frutilla pasa, unos bollos de porotos y maiz, mezclados con la semilla que en otra ocasion he dicho la calidad que tiene, que es el madí; y miéntras comia, me preguntó el cacique, que para adónde iba encaminado; a que le respondí, que por aquellas quebradas y vegas buscábamos unas yerbas que en mi tierra conocia, y por acá no podia encontrar con ellas; que a ese efecto habia salido de casa con aquellos muchachos, por órden y ruego del cacique mi huésped, y habiéndonos alargado hasta el alto de este cerro, de adonde se divisan las riberas apacibles de este rio, pobladas de tan hermosos ranchos y vistosos jardines de olorosas flores, tuvieron gusto mis compañeros de que bajásemos a gozar de ellos, y que de esta suerte nos habíamos acercado a su casa y habitacion. Mucho me huelgo que hayais llegado a ella (dijo el cacique), porque desde que os ví en la borrachera, adonde nos juntamos todos los comarcanos solo por ir a conoceros y a ver al hijo de Alvaro, naturalmente me incliné a quereros bien y a miraros con buenos ojos, pues llegué a brindaros algunas veces; y ya que habeis llegado a mi casa, me habeis de hacer favor de quedaros esta noche en ella, porque el cacique Aremcheu tiene grandes deseos de conoceros, que por estar tan viejo y impedido, no pudo ir a la borrachera, y tiene ya noticia que estais aquí cerca en casa de mi hermano y le enviarémos a llamar, que aquel de abajo es su rancho, y tendrá mucho gusto de conoceros. Yo le respondí que me holgara mucho ser dueño de mi voluntad para obedecerle al punto, que no pareciera bien, sin gusto del cacique que me tenia a su cargo, faltar de noche de su casa. No os dé cuidado eso (dijo Naucopillan), que yo enviaré a mi hijo a avisarle, para que no esté con cuidado. Hízolo así; con que fué fuerza darle gusto, y en el entretanto que dábamos fin al cántaro de chicha que teníamos presente, se levantó y fué adentro a disponer el rancho y a mandar hacer de cenar espléndidamente, y a hacer traer el ganado, que por allí cerca paseaba el campo, de adonde ĉojieron cuatro o seis corderos gordos y otros tantos carneros, gallinas, diez o doce pollos, y capones demas; muchos fogones en el rancho, porque ya refrescaba la tarde y necesitábamos de abrigo. Con esto envió a avisar al cacique viejo Aremcheo y a otros tres o cuatro comarcanos de los que tenian sus casas mas cercanas, parientes y amigos. Llegaron al ponerse el sol, y a un mesmo tiempo el mensajero que habia enviado el cacique a avisar a mi huésped. aliq