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HISTORIADORES DE CHILE.

cipes que gobiernan, ignoran lo esencial y lo que mas importa, porque no quieren oir las verdades, ni hai por esa causa quien se atreva a decirlas. De aquella calidad son los gobernadores de Chile (que es de adonde voi hablando con experiencias). Oyen de malísima gana las verdades, dan a las mentiras y adulaciones apacibles oidos; con que no aciertan jamas en sus gobiernos, porque la adulacion es con extremo perniciosa, y mucho mas en la guerra que en la paz.

CAPITULO XII.

En que se trata como son peores los profetas falsos y aduladores que con capa de buen celo despeñan a los superiores. En alguna manera parece que los que gobiernan tienen bastante disculpa, cuando los que estan obligados por sus oficios y dignidades sacras a no mentir ni adular, son los primeros que lo hacen, endulzando los oidos a los superiores con palabras finjidas y alabanzas vanas en los lugares solo dedicados para la palabra divina y verdadera; y si el predicador evanjélico en un púlpito lisonjea y miente al príncipe y sus acciones engrandece, habiendo de ser reprehendidas y vituperadas, ¿qué juzgará el superior, sino es que sus obras son ajustadas y santas? Bien está lo dicho, y disculpado al parecer el gobernador errado que no teme a Dios ni a su justicia, porque el temeroso de ella y el que solicita ajustarse a la divina lei, mui fácilmente distinguirá al profeta falso del justo y verdadero, como lo hizo el Rei Josaphad. Convocó a este rei, por ser su amigo, el rei Acab para contra los de Siria, y ántes de salir a la batalla, dijo el rei Josaphad, que era bien consultar a Dios, por los profetas, lo que habian de hacer, para obrar segun su disposicion; a cuyas persuasiones hizo el rei Acab llamar a sus profetas, a quienes consultó la jornada de Ramoth Galaad, para que supiesen si convendria ponerla en ejecucion o no; a que respondieron unánimes y conformes a la medida de su deseo, que era mui justo y conveniente, porque Dios N. S. pondria en sus manos a sus enemigos. Vuelve Josaphad y dícele: ¿no hai aqui algun profeta de Dios, a quien consultemos el caso, y sepamos por él su voluntad? Respondióle Acab, rei de Israel: aquí ha quedado uno, pero es de tal calidad, que nunca me profetiza cosa buena ni ajustada a lo que mi deseo se encamina, sino es siempre contra mi parecer y dictámen; por lo cual le tengo notable aborrecimiento (calidad de reyes tiranos y inícuos). No hables de esa manera (dijo el ajustado rei Josaphad), ni digas semejantes razones: a ese profeta es al que habemos de consultar, que ese es el profeta verdadero, y quien nos ha de manifestar la voluntad de Dios. Vamos ahora a nuestro intento. ¿No habian consultado cerca de cuatrocientos profetas, y todos a una voz profetizaron el buen subceso de la jornada? Es así. Pues ¿por qué el rei Josaphad solicita otro pro-