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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

que se ofrecen cada dia, y les escribe un papel, aun no se dignan de responderle en quienes se cumple lo que el refran antiguo nos enseña. Y fuera cosa ajustada, que estos que estan ya soberbios y altivos, los restituyesen a los tercios a sus compañías, a que con el trabajo volviesen a bajar el lomo, y entrasen otros pobres a participar de este jubileo, y lo mesmo se hiciese con los tenedores de bastimentos, porque dejasen de comer a ratos a dos carrillos. Preguntarán algunos, y con razon, qué es lo que tienen de sueldo estos plumarios, y dirémos, que lo ordinario suele ser a ciento y cincuenta y a ducientos pesos, y el oficial mayor a quinientos; y estos juegan mill, comen otros tantos, sustentan casa sin tenerla, y el que es casado, demas de la suya sustenta otras. ¿Cómo puede ser eso? me pregunto yo a mí mesmo. Cómo? yo lo diré: son extremados aradores, ajustan una cuenta de milagro, revuelven con el arado de la pluma los papeles de los pobres capitanes envejecidos en el servicio de S. M., que con no enterarles cada año el sueldo que les toca, que en buena razon habian de alcanzar en reales, a la Real Hacienda son ellos los alcanzados; y cuando bien libran otros, si se les debe cantidad de mil pesos, no hallan por las cuentas que son mas que quinientos, y si tal vez algun curioso que sabe de guarismos, halla el yerro en sus papeles o despachos, dicen que fué de la pluma el yerro. Estos famosos aritméticos son y extremados escribas y aradores, que sin trabajo alguno muñen bien la tierra y sin sembrar en ella cojen buena cosecha. y Aquí se ha conocido oficial mayor de esta veeduría que entró en el oficio sin camisa, y en tres años que asistió entre los papeles, gastó, comió y vistió, y sustentó casas, y jugó muchos reales, sin tener mas que quinientos pesos de sueldo: y fué corriente y público, por haberlo él confesado a algunos amigos suyos, haber gastado en los tres años diez seis mil patacones. Dirán algunos, que cómo puede ser eso, si los sueldos salen ajustados, y lo que a cada uno se le ha de dar, de la veeduría jeneral, conforme lo acordado; pues ¿en qué pueden meter la mano para tener tan grandes aprovechamientos? Lo que podemos alcanzar o habemos investigado, por algunos libramientos que se han hecho, es que las cuentas de los difuntos a quienes se les debe el socorro de aquel año, solicitan el que se le pague a algun heredero o acreedor, aunque no lo sea, y danle un tanto de aquel socorro, y de los demas que hai de esta calidad, y quédanse con lo restante; y al que con justificacion y derecho pide aquel socorro, por ser mujer lejítima o hijo del difunto, ponen infinitos embarazos si no les contribuyen con lo que piden, como me sucedió a mí (que lo mas que en este libro refiero, es con propias experiencias), que habiendo tenido decreto y órden del gobierno para que se me pagasen algunas cantidades de difuntos, que en el fuerte de Boroa sacaron de mi casa para que la jente del fuerte fuese socorrida el tiempo que estuvo cercada del enemigo, con muchas incomodidades y trabajos mas de un año perturbó esta paga el oficial mayor, porque juzgué que yo no necesitaba de los suplementos que otros. Y ya que