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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

oh ime spot nia apuntado su sueldo: y le dejó sin él. Esto es lo que hacen a cara descubierta los plumarios y ministros, sin lo que no se alcanza, aunque al soldado no hai cosa que se le oculte. Para esto no hai cédula ni placartes, como dicen, para dar al soldado en mano propia su sueldo, ni para que cobren las drogas y conchabos los pulperos y mercaderes, y los que miden, o desmiden, en la municion, que si les deben algo, se pagan de sus manos: solo para un pobre maestro de campo jeneral, que sirviendo a S. M. perdió sus haciendas, y lo que tenia en el fuerte de Boroa, se aprovechó de ello para socorrer aquellos pobres que estaban cercados del enemigo, sin haber tenido trato ni contrato con ellos, hubo cédulas para esto y órden de dar al soldado en su mano el socorro que le cabia. Estos son los ministros que tiene la Real Hacienda: no todos, claro está, que ha habido y hai algunos mui ajustados y celosos de sus oficios. No culpo yo tanto a los ministros como a los superiores, que pudiendo remediar semejantes excesos, los ulan, siendo obligacion suya el ver y saber de la suerte que son sus súbditos y soldados satisfechos y enterados de lo que se les debe por su trabajo. Notólo así el ilustrísimo Villarroel sobre el lugar de S. Matheo, por quien mandó Cristo S. N. que llamasen a los operarios y les diesen lo que se les debia. Pregunta nuestro intérprete, que por qué mandó Dios que trajesen a su presencia a los que habian de ser pagados, no por su mano, sino es por la de sus ministros; y responde, que la intencion del Señor supremo y recto juez fué para ver si enteramente les daban lo que les tocaba, o si les quitaban o defraudaban algo de lo que les estaba mandado dar y satisfacer. Esto es lo que deben hacer los que gobiernan adonde se reconocen defraudadores ministros, sino es que quieran que juzguemos de ellos lo propio que de sus ministros. Y para evitar esta calumnia y conjetura que se puede hacer, será acertado gobierno que corra por mano del príncipe superior la distribucion de lo que se le debe dar al pobre soldado, y que la satisfaccion no se le encargue a los ministros, por el riesgo que tienen de pegárseles el caudal que les toca. a las man Enseñó Cristo, nuestro bien, esta doctrina a los reyes y monarcas de estos siglos, para que a su imitacion, los que quieren ser superiores atentos y gobernar como Cristo, sigan sus pisadas. Habiendo de hacer el Redemptor divino el milagro portentoso de los cinco panes, con que satisfizo el copioso concurso que le seguia, dice el sagrado texto que cojió con sus manos los referidos panes y los fué repartiendo con providente acuerdo. Pues ¿no podia el Rei supremo encargar esta faccion a sus apóstoles y ministros y ejecutores fieles de sus órdenes y mandatos? claro está que pudo, sin jénero de duda, mas quiso industriar a los que gobiernan, de la suerte con que han de poner las manos en el caudal de los pobres necesitados para que en ellas se aumente y crezca, y no en las de los ministros que no son secuaces de Cristo S. N., porque está a riesgo de minorarse, quedándose con el sueldo y porcion que le toca al que lo tiene merecido, como acon-