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HISTORIADORES DE CHILE.

a barrera (como dicen), para ver si conformaba con lo que los otros me habian dicho; a que me respondió mi camarada huésped: ninguno sabe mas bien que yo esas cosas, y lo que los españoles obraron en sus principios. Mucho estimaré saber (dije al cacique) de vuestra boca lo que en otras me ha parecido dudoso. ¿No os contaron aquellos viejos (repitió el cacique) el stilo que tuvieron en cobrar sus tributos de nosotros? con el rigor que lo hacian, castigando al que cada mes no le satisfacia? ¿No os dijeron que los dejaban morir en esas campañas como bestias, sin hacer caso de ellos mas que de un perro, sin dejarles oir misa ni confesarse? ¿No os manifestaron que las señoras eran tan crueles y cudiciosas, que de ordinario tenian en sus casas a nuestras mujeres y hijas, trabajando y velando todas las noches para sus tratos y granjerías? ¿No os dijeron que hubo algunas tan feroces y insanas, que no se contentaban con hacer anotomías [sic] de sus criadas, cortándoles las narices y las orejas y quemándoles sus vergonzosas carnes, sino es que de esta suerte les daban inhumana muerte en las prisiones y las enterraban dentro de ellas? ¿No os refirieron tambien que habia algunos españoles tan cudiciosos y tiranos, que ocultamente hurtaban los muchachos y chinas de las rancherías y los iban a vender al puerto de Valdivia por esclavos? ¡Qué de cosas pudiera deciros, capitan! que puede ser que os las hayan dicho aquellos viejos con quienes platicasteis la pasada noche; que estan mui bien en ellas y las tienen tan presentes como yo y otros. Lo mas de lo que habeis referido (respondí a mi viejo) supe por los informes de aquellos ancianos caciques, y entre ellos. el mas viejo llamado Aremcheu, que me pareció indio de mucha razon y ajustado a la verdad. Aun ese (dijo mi camarada) no puede contar lo que nosotros, porque su amo era el mejor español que habia en nuestro distrito, y trataba a su servicio con diferente modo y agrado que los demas; pero bien sabria lo que pasaba con los otros. Parece que os veo mui atento, y que gustais de oir lo que os refiero: ¿quereis que os cuente otras cosas mas de las que habeis oido? Mui atento me tendréis (respondí al cacique), porque deseo con extremo hacerme capaz de todo lo que os pasó con los españoles a los principios de su entrada. Yo no os podré dar razon tan por extenso (dijo el viejo) de los primeros españoles que pisaron nuestras tierras, que era mui niño entónces y sin algun uso de razon: de lo que ví y experimenté cuando fuí abriendo los ojos del entendimiento, sí os podré referir muchas cosas, y del primer gobernador que oí nombrar, que fué Valdivia. Pues ese dicen que fué el que pobló estas ciudades de la Imperial, Valdivia, Villarica y las demas (le dije). Yo no me acuerdo haberle visto (respondió el viejo), pero tengo en la memoria el alboroto y ruido que causó su muerte en toda nuestra tierra. Mucho estimaré saber de vos ese subceso (dije a mi huésped); si fué su muerte en batalla campal, o en otro accidental reencuentro, y en qué paraje, y cómo le quitaron la vida; porque hai en eso várias opiniones. Con que dió principio el buen viejo a su historia, que en el capítulo siguiente la oirémos.