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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

CAPITULO XIX. no En que refiere el cacique la muerte del gobernador Valdivia, y de los morales que se sacan para el intento del libro. Habeis de saber, capitan, repitió el viejo, que ese gobernador Valdivia dicen que entabló los tributos y pesadas cargas a nuestros antepasados, que entónces, como os he dicho, era yo muchacho, que no me acuerdo haberle conocido, mas de tan solamente por el nombre, que entre los españoles y los indios era mui nombrado: tenia grande opinion de cudicioso y avariento, y entre las reparticiones que hizo de las regües, que son parcialidades, se quedó con cinco o seis de las mas opulentas de indios y de minas de oro conocidas; por cuya causa cargó la mano en los tributos, que fueron intolerables. Pues esa fué la causa y oríjen de su desastrada (dije al cacique), porque los príncipes que biernan, y está mu y a su disposicion y cargo entablar tributos y pensiones, ignoran los inícuos señores que tienen la potestad y el mando, que mientras mas tributos y cargas ponen a sus ciudadanos, mayores daños ruinas acarrea para su pueblo o para su reino: así lo sintió el gran doctor Francisco de Mendozà, y el ilustrísimo Villarroel dijo, que para semejantes reyes o príncipes avaros era de grande dolor y pesar el que sus pueblos no les tributasen; y ese paradero vienen a tener los que por ese camino se enderezan. Proseguid, amigo, con vuestra historia, que esto se ha ofrecido de paso. Tenia este gobernador (dijo el cacique) las parcialidades de Arauco, Tucapel, Lebo, hasta Puren, que todas le estaban de ordinario sacando oro, de que dicen tenia ya cantidad considerable, como todos los demas vecinos de estas ciudades. Con que dieron principio a levantarse a mayores y a no tratarnos como de ántes, trocando el nombre que a los principios nos dieron de vasallos del Rei, en el de miserables esclavos y aun peores: aflijidos y apurados los araucanos, como jente belicosa y altiva, dieron principio a sacudir el yugo de su servidumbre y a querer restaurar lo que de ántes suyo, para gozar de su antigua libertad que es amable; convocaron estos otras parcialidades de la costa, y hasta Tucapel, Ilicura y Paicavi pusieron cerco a los fuertes y poblaciones que por aquella parte tenian, y aun mataron algunos españoles y embistieron a la estacada. A la nueva de este alboroto y alzamiento, dicen que salió el gobernador de la Concepcion al reparo de aquellas fronteras levantadas, y fué atravesando por Puren, adonde le estaban sacando oro, y aunque halló toda la tierra alborotada, y algunos españoles colgados en los caminos, de los que habia despachado por delante a reconocer la tierra, demas de haber tenido aviso cierto de algunos indios (que por aquella parte habian permanecido fieles) de que le aguardaba una gruesa junta de los rebelados en los confines de Paicaví o Tucapel, no quiso dar bastante crédito ni volverse, juzgando no serian tantos los traidores alzados, y por no dar a entender que el temor le acobardaba, cuando su valor era conocido; y