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HISTORIADORES DE CHILE.

aunque le aconsejaron los que con él iban, que se retirase, pasó adelante en demanda de su desdichada muerte. Decis mui bien (respondí al cacique), que cuando llama a ejecutar el plazo señalado, no hai estorbo ni tropiezo que por delante se ponga; que aunque los antiguos romanos hallaron a la isla Tiburtina por de tan buen cielo y constelacion, que juzgaron que sus habitadores se hacian eternos, y de la isla Sardinia al contrario, porque los que en ella entraban todos perecieron, dijo Marcial que cuando la muerte se embravecia, era lo propio la una que la otra: Nullo fata loco possis excludere; Cum mors venerit, in medio Tibure Sardinia est. Si te viene a ejecutar La muerte en plazo cumplido, Aunque estés favorecido Del Tiburtino lugar, No te puede aprovechar Su saludable terreno, Porque es el mesmo veneno Que en Sardinia se contrata, Y si aquí por malo mata, Lo propio hace allá por bueno. enus Dijo el gran maestro Francisco de Mendoza de esta isla Sardinia y de la Tiburtinia, que no se distinguia la una de la otra cuando la muerte llegaba embravecida, porque no hai lugar seguro para ella: la ciudad mas saludable y la plaza mas amena, es igual su cielo y constelacion a esta isla Sardinia. Proseguid con vuestra historia trájica (dije al cacique), que a vuestras razones me teneis atento. Marchó este gobernador con su jente (dijo el cacique) y en las faldas rasas de Tucapel descubrió al ejército enemigo, que era pujante y numeroso, y el suyo dicen que seria de pocos mas de docientos hombres, si bien de crédito y de opinion constante de valerosos y esforzados; comenzaron la batalla luego que se divisaron, porque ni los unos pudieron excusarlo (aunque reconocida la ventajosa fuerza, que era de mas de seis mil indios), ni los otros dejar de gozar de la ocasion que buscaban, de tan limitado número de españoles, que nunca juzgaron que iba en él el gobernador, y presumieron llevarse luego por delante el pequeño escuadron de los soldados; y les salió tan al reves, que de la primera embestida mataron a los nuestros mas de cien indios. Embistieron tres o cuatro veces, y aunque derribaron algunos españoles de las primeras hileras, que estaban en escuadron, no pudieron atropellarle, ántes salieron con pérdidas de otros mas de ducientos, y heridos los mas valerosos; y despues de haberse retirado a una vista, con pérdida de gran suma de los nuestros y mucha sangre derramada de ambas partes, estuvieron determinados a no volver a embestirles ni proseguir la batalla, cuando un criado del gobernador, paje suyo,