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HISTORIADORES DE CHILE.

las vemos apropiadas en otros dueños; nuestras casas poseidas de extranjeros y tiranos hombres; hallámonos como pupilos sin padre, nuestras madres como desamparadas viudas; el agua que era nuestra, la bebemos hoi a precio de nuestro trabajo, y aun la leña de nuestros campos la compramos; y otras razones mui al intento, que a estar en vuestros corazones la fee viva, pudiérades decir lo que adelante el profeta pronunció lastimado: ¿por qué, Señor, nos olvidais tanto? habeisnos de dejar para siempre de esta suerte? convertiduos, Señor, y con facilidad nos convertirémos; pero vosotros no teneis conocimiento de la grandeza de Dios ni de su misericordia, que si en ocasiones ha vuelto por vosotros dándoos esfuerzos y valor para sujetarnos y ponernos debajo de vuestra servidumbre, ha sido mas por castigar nuestras culpas y delitos, que por fomentar vuestras infidelidades. Yo lo confieso así, capitan (dijo el venerable cacique), pero la culpa de nuestra ceguedad en vuestra lei cristiana no la habemos tenido nosotros, sino son las perversas acciones de vuestros antepasados, que con inhumanos tratamientos y crueldades no acostumbradas, querian poner fin a nuestras vidas y conquistarnos nuestras mujeres e hijas, para servirse de ellas por todos caminos: y esta es la doctrina y enseñanza que tuvimos de ellos; y el refujio y amparo que hallábamos en los gobernadores, era el no hacer caudal de nuestras quejas, ni lastimarse de nuestros contínuos trabajos, porque eran ellos los primeros que solicitaban nuestra asistencia en sus minas, adonde nos consumíamos y acabábamos, y como todos tiraban al blanco de la cudicia y a desnudarnos de lo que era nuestro, chupándonos la sangre y quitándonos las vidas, fácilmente se conformaban los unos con los otros. Esos, amigo mio, no eran gobernadores cristianos, ni superiores atentos, porque no imitaban al supremo juez y maestro Cristo S. N., cuya enseñanza y doctrina debian tener mui en la memoria, y cuyo gobierno debian imitar y seguir, principalmente en las conquistas y nuevos descubrimientos de jente ciega en el conocimiento de nuestro Dios y Señor; que así en lo espiritual como en lo corporal debian quitarse el pan de la boca para darlo y comunicarlo a los necesitados, como lo hizo nuestro Salvador, como se verá en el capítulo siguiente. chet obatisen on ad

CAPITULO XX.

En que se moralizan algunas razones, y se significa cuán perjudicial es la cudicia y lo fué para los primeros conquistadores. Consuela este divino maestro a sus amados discípulos, por haberlos visto la noche de la cena pesarosos y tristes, diciéndoles: buen ánimo, queridos discípulos, no os vea yo desconsolados y tristes; advertid que en la casa de mi Padre hai muchos lugares y alojamientos adonde os albergueis, entretengais y descanseis. Nota aquí Salmeron y dice: en tiempo que necesitaba Cristo, nuestro bien, de consuelo y alivio para los tormentos que previstos tenia cuando en el huerto se vió apretado