HISTORIADORES DE CHILE. MODELAD 274 me hallé con él así por esto como por haber reconocido la sujecion que con el medicamento mostraba el empedernido achaque; mas no se dilataron los pesares, cuando de los placeres son verdaderos sinónomos, que bien lo notó San Bernardo sobre el capítulo dos de los Cantares. Convida el sposo a la sposa a que se anime a levantar los ojos y los pensamientos y ponerlos en los descansos, placeres y gustos de la otra vida; y para ponerla mayores aprietos y animarla a crecidos deseos la dice: levántate, date priesa, amiga mia, paloma mia y hermosa mia, ven y verás qué poblada está nuestra feliz patria de vistosas y purpúreas rosas, de fragantes y olorosas flores; y sucesivamente añade luego las razones siguientes: la voz de la tórtola se ha oido entre esas flores. Pues ¿qué es lo que quiere darnos a entender el sposo santo? Aquí lo dice el doctor melifluo: las flores dice que son símbolo de la gloria y alegría, y la tórtola, viva estampa del dolor, del tormento y del trabajo, de las penas y de las lágrimas; con que manifestó el sposo que adonde está la gloria, el consuelo y el alegría, ha de estar el dolor, el tormento y el trabajo con que se adquieren. A sueño suelto estaba descansando, bien ajeno del susto que me sobrevino de repente, a mas de la media noche; y fué el caso que los baños y las yerbas habian ablandado la dureza y reducido a corrupcion lo empedernido, y las materias aflijieron a la enferma de tal suerte, que la obligaron a dar voces desmedidas, con cuyo desasosiego le tuvo mayor el marido, que llegó tan lastimado a donde yo asistia, que juzgué que su mujer estaba muerta, diciéndome a voces: capitan, capitan, ya se muere mi mujer: llégate allá por vida tuya, que te está llamando mui apriesa. Alborotose la casa de mi huésped, fueron al instante las parientas, mujeres y hijas del cacique a ver cómo estaba la enferma, y yo mas muerto que vivo (como dicen) no acertaba a levantarme de la cama. Considere el lector de buen discurso el pesar y sentimiento que tendria un pobre captivo y preso, que aunque no me trataban como a tal, en hecho de verdad lo era, y para la sujecion debida no faltaba en mí el reconocimiento. ¡Qué poco duró el contento, el placer y el alegría que la tarde antecedente tuve con el baptismo de la enferma, y con haberla visto con mejor semblante y el pecho mas blando y mas tratable! Acostéme con gusto y consolado, y desperté, o me recordaron, con sobresalto y con disgustos. Clamé a Dios humillado, que en las aflicciones y desconsuelos es mas cierto su favor y auxilio, como lo notó San Crisóstomo sobre las palabras de San Pablo: cuando estoi enfermo y dolorido, entónces me hallo con mas esfuerzo y vigor. Y nuestro citado santo dice, que adonde está la afliccion y el trabajo, allí se halla el consuelo y el alegría. Cuando San Pablo (prosigue) fué aprisionado y arrojado en la cárcel, entónces obró mayores portentos y maravillas; cuando se vió naufragado y en bárbaras rejiones sumerjido, mas resplandecieron sus acciones y mas lucimiento tuvieron sus desprecios; y al llegar al CE