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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN. meiri hablarme mas palabra que decir que bebiese; y yo recibí el jarro de chicha con un marimari, (que és el stilo de saludarse y el modo de agradecimiento) con tanta cortesía y sumision, haciéndole una reveren. cia y acatamiento no acostumbrado entre ellos, que ayudó mucho para que el odio y mala querencia que mostraba a los españoles, la fuese trocando en interior afecto, como despues en lo exterior y en público lo significó a todos. Tanto como esto puede la cortesía, la humildad y mansedumbre; que bien lo notó San Crisóstomo en la homilía de Ana y Samuel. Oraba Ana con lastimado corazon y dolorido pecho, y a los ojos del sacerdote Elí, pareció estar privada del juicio, y al vino sujetos sus sentidos; por lo cual le dijo, que hasta cuándo habia de estar ebria y sin sentido. ¡Oh válgame Dios! qué temeraria es nuestra humana naturaleza! qué fácilmente nos dejamos llevar de nuestros discursos y juicios temerarios, principalmente los que con experiencias de dilatados años nos hallamos! que es propiedad de los tales, estar vestidos de maliciosas sospechas, como lo sintió el filósofo. Y como sacerdote Elí era bastantemente anciano, juzgó en la devota Ana lo que no tenia; por cuya causa debemos abstenernos y apartarnos de todo aquello a que mas prontos estamos y mas dispuestos a creer por conjeturas y maliciosos juicios, como lo sintió el gran doctor Francisco de Mendoza: porque naturalmente somos llevados a sospechar mal de nuestros prójimos y hermanos, y si son leves los indicios y en grave daño del prójimo, es pecado mortal, como resuelve el anjélico doctor Santo Thomas. Vamos ahora a lo que respondió Ana a la injuriosa palabra del sacerdote Elí. Señor mio, responde al que la injuria y afrenta, no juzgues de tu humilde esclava semejante cosa, porque de ninguna suerte he probado vino, ni otro jénero que pueda haberme desvanecido ni perturbado el juicio: soi una pobre y infelice mujer que con todo afecto he postrado mi corazon y todos mis sentidos ante el acatamiento divino y presencia del Señor. Grande cordura y modestia la que muestra Ana, por cuya causa se trocó en un instante el que injuriaba, y sirve de patron y amparo a la que se humilla y a sus piés se postra. Pues ¿en qué estuvo tan repentina mudanza? Y responde San Crisóstomo a esta duda diciendo, que es de tanto valor la cortesía, y pueden tanto las sumisas razones y humildes respuestas, que tiemplan el furor del mas airado (como dijo el sabio): de aquí le vino al sacerdote Elí el trocarse tan breve en favor de la injuriada; y prosigue el santo con las siguientes razones por el agravio recebido salió la dolorida proveida de remedio, y adquirió con sumisiones patrocinio y defensa, en aquel que poco ántes la reprehendió y se mostró contrario a sus acciones. Así me subcedió con el cacique Quilalebo, enemigo contumaz de los españoles, y despues amigo verdadero de aquel que primero miraba con ceño y malos ojos. Proseguimos con nuestra cava, y al medio dia nos acojimos a la sombra de unos crecidos árboles que en otra ocasion he significado lo copioso y abundante de sus hojas, con-