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HISTORIADORES DE CHILE.

a sus razones, si pudiera evadirme y apartarme del lado de los caciques mis amigos y compañeros, y eximirme de tan apretado lance; mas ya que con la presencia no pude ausentarme, ni huir a espaldas vueltas de enemigo tan fiero y poderoso, lo hice con el spíritu y el alma, acojiéndome al sagrado del amor de Dios y al temor de su justicia; porque, como dijo San Agustin, que de la manera que son mejores los que por el amor se encaminan y enderezan, así son muchos mas los que con el temor se corrijen. En lo uno y en lo otro puse el pensamiento, asegurándome de la misericordia de Dios, que me ampararia y libraria de semejante aprieto, como lo hizo su divina bondad y clemencia, teniéndome de su mano para que no me dejase llevar de los halagos torpes del demonio.

CAPITULO XXXII.

En que se prosigue el empeño en que me puso Quilalebo, mi nuevo amigo, entregándome a su amada hija. Puesto ya en el empeño con la moza de la mano, la comuniqué con apacible semblante entre el bullicioso ruido de los demas caciques, que con las compañeras estaban dando vueltas en el baile a su usanza, sin que ninguno atienda a lo que los demas hacen, y con buenas razones la dije, que eran de grande estimacion para mí los favores que su padre tan a banderas desplegadas me hacia, a que estaré toda mi vida con el reconocimiento debido a tamañas honras y agasajos, porque las muestras que me habia dado de su afecto y de su amor, con accion tan jenerosa y tan del alma, entregándome una prenda de tanta estimacion como lo era su hermosura, con honestidad compuesta, no era para ménos que para confesarme por humilde esclavo suyo y de ella; pero que la suplicaba, como a tan cuerda y entendida, me perdonase la cortedad y encojimiento que hallaria en mis acciones (y esto fué quitando mi mano de la suya), porque la deseaba servir con mas fundamento y con mas seguro de mi alma, porque como no era cristiana y profesaba diferente lei que la mia, no podíamos los cristianos quebrantar nuestros institutos en ofensa de Dios N. S.: y que esto era lo principal para mi reparo; y lo otro, el estar aguardando la primavera el trato de mi rescate, y que sentiria con extremo prendarme en su amor para no ser para muchos dias; que le prometia con toda verdad, que si por algun camino se perturbase mi salida y no tuviese efecto el verano siguiente, trataria de quedarme con su padre y ajustarme a vivir entre los suyos. Respondióme la moza cortesmente y con agrado, que ella no habia de hacer mas de lo que su padre le ordenase, a quien estaba sujeta, y su voluntad subordinada. A todo esto estaban cantando y bailando los caciques mis padrinos (que ya me juzgaban casado), dando vueltas con las otras compañeras a la redonda del tamboril, que en medio de todos asistia el que les tocaba, sirviendo de maestro de capilla, a quien seguian los circunstantes en los altibajos de su voz y tonada.